El cristalino canto (hocnet)
Escrito por
@HOCNET
Por qué negar el cristalino canto,
el azulino trino y el ondular del viento,
por qué negar los acerados encuentros
de la ancestral marea y los recodos yertos.
Por qué negar de la cantora ave su esbelto
vuelo y su altivo porte, su curvo pico y plumaje presto
para el raudo asalto
del horizonte…
que un día fue nuestro.
Por qué negar la serrana sombra
que con suave brillo inclinó el espacio,
acarició el topacio…
y cobijó tu encanto.
Por qué negar el bramador arroyo,
la grácil silueta y arrolladora cumbre,
que rige y convoca… tu tibia lumbre.
Por qué negar la rapidez del río,
el torrentoso cauce, la flecha que un día
cruzó con salitral encanto tu vida, mi vida…
un canto.
Por qué negar de la rosada ave, el ulular del ala
sobre la gigante ola,
o la tumultuosa nube de nuestro lago,
que fue nuestro si… y lo perdí inclemente,
como un siniestro cuento de un demente.
Por qué negar, entonces, por qué negar,
si todo existe y esta ahí,
como la sensitiva ave y la sensible serranía,
el conmovible río y la verdosa pradera.
Por qué negar, mujer, si
te pierdo y te perdí…
todo a nuestro alrededor se difumó…
y nada de lo nuestro al fin quedó.
el azulino trino y el ondular del viento,
por qué negar los acerados encuentros
de la ancestral marea y los recodos yertos.
Por qué negar de la cantora ave su esbelto
vuelo y su altivo porte, su curvo pico y plumaje presto
para el raudo asalto
del horizonte…
que un día fue nuestro.
Por qué negar la serrana sombra
que con suave brillo inclinó el espacio,
acarició el topacio…
y cobijó tu encanto.
Por qué negar el bramador arroyo,
la grácil silueta y arrolladora cumbre,
que rige y convoca… tu tibia lumbre.
Por qué negar la rapidez del río,
el torrentoso cauce, la flecha que un día
cruzó con salitral encanto tu vida, mi vida…
un canto.
Por qué negar de la rosada ave, el ulular del ala
sobre la gigante ola,
o la tumultuosa nube de nuestro lago,
que fue nuestro si… y lo perdí inclemente,
como un siniestro cuento de un demente.
Por qué negar, entonces, por qué negar,
si todo existe y esta ahí,
como la sensitiva ave y la sensible serranía,
el conmovible río y la verdosa pradera.
Por qué negar, mujer, si
te pierdo y te perdí…
todo a nuestro alrededor se difumó…
y nada de lo nuestro al fin quedó.
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