NO PUEDO NI QUIERO…

Cuando era niña pensé que podría
torcer el destino, cambiar el final,
pintar todo con nuevos colores:
la risa de verde, de amarillo el mar.

Que la vida me depararía
siempre la alegría en cada despertar.
Que si alguna tristeza venía
con una gambeta la podría esquivar.

Que la gente siempre cumpliría
las promesas hechas, de gran corazón.
Que si algún dolor me alcanzaba
sólo lo alejaba con una canción.

Que, ya grande y lejos de la infancia,
nunca alejaría el amor de mí,
la nostalgia suele, con el tiempo,
creer que ella sola va a sobrevivir.

A pesar que los años pasaron
y lejos quedaron los sueños de ayer,
todavía tengo la esperanza que
muchos sueños nuevos van a florecer.

Los colores tienen muy firme su temple:
La risa aún es roja y es azul el mar y
cada nuevo día parecen decirme
“¡ nada nunca pasa por casualidad!”.

No puedo ni quiero torcer el destino,
prefiero arriesgarme y dejarme llevar…
Mientras tanto sueño que pinto, risueña,
la risa de verde y de amarillo el mar.

 

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