Más amigos, más feliz

Una vez desechada la trilogía salud, dinero y amor, ¿qué queda? Según los postulados de la psicología positiva, el único elemento externo que diferencia a los que son más felices de los que no lo son es el número de amigos y el tiempo que se pasa con ellos. “Los que tienen más amigos están más contentos en todos los sitios y a todas las edades”, asegura Avia. “Habría que empezar a decir a la gente que tiene que dedicar más tiempo a sus relaciones personales si quiere ser más feliz”, sentencia Martin Seligman en su libro La auténtica felicidad, un superventas en Estados Unidos publicado en España por Vergara (2003). Ser optimista y extravertido parecen ser otras dos piezas claves, estas sí muy relacionadas con nuestra carga genética, que marcan la diferencia en la manera de enfrentarse a las circunstancias adversas y a la hora de juzgar como buenas o malas las cosas que te van pasando en la vida.

La gente que se siente parte de un grupo, lo mismo si es un equipo de fútbol que una comunidad religiosa, también dice ser más feliz. Este grupo también puede ser la familia o la pareja. Todas las investigaciones apuntan a que la gente casada o con pareja es más feliz que la solitaria, aunque los investigadores sugieren que puede haber un sesgo en estos resultados.

Cultivar las aficiones parece estar muy relacionado con el bienestar subjetivo. “Hay que encontrar lo que a uno le gusta y hacerlo aunque no valga para nada, solo por pasarlo bien”, explica Avia. El psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi ha explorado un estado de felicidad al que ha llamado flujo, que se produce cuando una persona es absorbida por completo mientras realiza su actividad favorita al punto de perder la noción del tiempo. “Con esto no se consigue una sonrisa, sino la sensación de que el tiempo se para. Creo que mi perro lo resumiría así: “Corro y persigo ardillas, luego existo”, ha declarado Seligman recientemente.

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