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En Italia, los hombres apegados a sus madres están haciendo crecer la tasa de divorcio


Italia está experimentando un incremento sin precedentes de rompimientos matrimoniales, según un nuevo informe que sostiene que las suegras metidas son las que cargan con una alta porción de la culpa.


En 2002, Italia registró 50.828 divorcios –un incremento del 45% con respecto a 2000-. Los casamientos a muy temprana edad, las dificultades económicas y conocer nuevas parejas suelen ser las causas que se citan para justificar el aumento de la tasa de divorcios, pero tres de cada diez matrimonios fracasan por la relación inusualmente apegada de los hombres italianos con sus madres.

Al vivir en la misma casa o cerca, la suegra es un foco de tensión en la relación de pareja: se entromete en sus asuntos, discute con su nuera y trata a su hijo adulto como si fuera un chico.
"En Italia todavía existe una suerte de amor materno que es excesivo", dice la psicóloga Annamaria Cassanese, que atiende a muchas nueras desilusionadas en su consultorio de Milán.

"Es algo muy latino, profundamente embebido en nuestra estructura social. Por ejemplo, se ven madres que lloran en los casamientos de sus hijos, pero no lloran de alegría, lloran porque se sienten devastadas. Su hijo eligió a otra mujer y esto despierta sentimientos muy complejos, incluso celos".

Cassanese señala dos tipos de suegra italiana extrema. Una se niega a aceptar el paso del tiempo y ve a su nuera como una rival; la otra dedicó su vida a su familia y espera que se lo retribuyan de por vida.

Entre los ardides de este último tipo de suegra está ofrecerse a hacer tareas como cocinar, planchar y cuidar a los chicos. "Esto, muchas veces, puede ser el comienzo de una invasión, en la que la madre lentamente asume el control y juega en contra de la mujer en su propia casa", dice. "Lo que empieza siendo una ayuda se degenera y se convierte en una intromisión descarada, como revisar los cajones y sacar las camisas que no están planchadas "a su manera" o monopolizar la cocina. Las esposas se sienten como extrañas en su propia casa porque la suegra siempre está ahí presente".

El hecho de que muchos padres italianos ayuden a sus hijos financieramente, comprándoles departamentos o autos, también puede llevarlos a esperar algo a cambio, agrega la Dra. Cassanese, para quien muchas parejas siguen aceptando invitaciones a comer con sus padres tres o cuatro veces por semana.

La concepción de "mammoni" –hijos que se aferran a la pollera de la madre- es muy conocida en Italia y no es infrecuente que los hombres de treinta y cuarenta y pico de años vivan con sus padres. Las razones son en parte económicas, pero también surgen porque los varones son sobreprotegidos hasta bien entrada la adultez de una manera que sería inaceptable en otros países. Los hombres italianos que siguen estando cerca de sus madres son emocionalmente inmaduros, asegura la Dra. Cassanese.

"El marido está acostumbrado a ser adorado y, cuando no recibe ese amor incondicional de su esposa, vuelve corriendo a los brazos de su madre". La Dra. Cassanese atendió a mujeres que se quejan de que sus maridos llaman demasiado seguido a sus madres, hablan con ellas sobre sus problemas matrimoniales o las hacen sentirse marginadas. Dice que las parejas italianas en crisis deberían hacer el intento de buscar ayuda profesional para salvar sus matrimonios antes de que el daño se vuelva irreversible.

 

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