Siete sonetos medicinales
Publicado por
@CAMILASIGLO21
Siete sonetos medicinales
(I)¡Avanti!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!
(II)¡Piu avanti!
No te des por vencido ni aún vencido;
no te sientas esclavo ni aún esclavo;
trémulo de pavor, siéntete bravo.
y arremete feroz, ya malherido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora,
o como Lucifer que nunca reza,
o como el robledal cuya grandeza
necesita del agua y no la implora;
¡Que muerda y vocifere, vengadora,
ya rodando en el polvo tu cabeza!
autor: Almafuerte
(I)¡Avanti!
Si te postran diez veces, te levantas
otras diez, otras cien, otras quinientas:
no han de ser tus caídas tan violentas
ni tampoco, por ley, han de ser tantas.
Con el hambre genial con que las plantas
asimilan el humus avarientas,
deglutiendo el rencor de las afrentas
se formaron los santos y las santas.
Obsesión casi asnal, para ser fuerte,
nada más necesita la criatura,
y en cualquier infeliz se me figura
que se rompen las garras de la suerte...
¡Todos los incurables tienen cura
cinco segundos antes de la muerte!
(II)¡Piu avanti!
No te des por vencido ni aún vencido;
no te sientas esclavo ni aún esclavo;
trémulo de pavor, siéntete bravo.
y arremete feroz, ya malherido.
Ten el tesón del clavo enmohecido,
que ya viejo y ruin vuelve a ser clavo;
no la cobarde estupidez del pavo
que amaina su plumaje al primer ruido.
Procede como Dios que nunca llora,
o como Lucifer que nunca reza,
o como el robledal cuya grandeza
necesita del agua y no la implora;
¡Que muerda y vocifere, vengadora,
ya rodando en el polvo tu cabeza!
autor: Almafuerte
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