AMOR, CONOCIMIENTOS, PIEDAD

Escrito por
@KOPSI

27/03/2007#N14623

0 Actividad semanal
6 Visitas totales

Ramos generales
Amor, conocimientos, piedad


Estas palabras de un texto de Bertrand Russell reflejan en gran parte mi pensamiento:
«Tres pasiones, simples, pero abrumadoramente intensas, han gobernado mi vida: el ansia de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por los sufrimientos de la humanidad.
Estas tres pasiones, como grandes vendavales, me han llevado de acá para allá. por una ruta cambiante, sobre un profundo océano de angustia, hasta el borde mismo de la desesperación...”
Quisiera desarrollar estos conceptos con las limitaciones que poseo, sin pretender compararme con su autor, pero poniendo énfasis donde coincido con él, y señalando aquello en que disiento.
El ansia de amor: No podemos vivir sin amor, que puede ser de muchas clases: Amor por la persona elegida como compañero de ruta, por nuestros ancestros y por nuestra descendencia, por el trabajo, por la infancia, por la ancianidad, por la tarea que se realiza diariamente, por los proyectos a plasmar, por lo ya realizado y hasta por lo que no se pudo conseguir. Pero conservando siempre la secreta ilusión de concretar esos planes, cuando las circunstancias sean propicias. No renunciar a ellos.
Amor por el fuego y por el agua, por el sol y por la luna, por los fenómenos naturales que, aunque a veces desaten su furia, son como un ciclo de limpieza profunda. Cuando sobreviene la calma, ya nada es como antes y, aunque nos parezca peor, es simplemente diferente. Entender racionalmente el suceso, y no intentar elaborar una explicación sobrenatural aludiendo a castigos divinos.
Amar los ideales que llevan a acometer emprendimientos, aunque se nos tilde de temerarios. El mundo está plagado de ejemplos de seres que se lamentan por lo que no pudo ser. El secreto es no haber intentado lograr sus fines con suficiente energía, y de haberlo hecho, quizás el camino elegido fue erróneo. Este tema hace a la decisión de atreverse a romper con la comodidad de lo conocido, osando incursionar en lo ignoto. Desafiar el futuro, al mismo tiempo que se lo construye rompiendo los moldes del pasado.
Vivir con amor es comprometerse, elegir, desechar aquello que nos desvía o alarga caminos. Buscar, siempre y en todo momento, porque la vida no es otra cosa que búsqueda y elección. Es hacerse responsable con madurez, tras analizar cuidadosamente los pasos a seguir y no actuando por impulsos, o movidos por consejos. Muchas veces quienes los proporcionan expresan aquello que no están dispuestos a hacer, conformándose con ver el resultado de quienes se atreven.
La búsqueda del conocimiento: Este afán debe ser incesante. Es parte de las inquietudes de cada uno, y pese a lo ya asumido, debemos permitirnos incorporar enseñanzas. Aquí también tiene peso el rol de lo que el entorno conoce, probó y acepta. Pero si nos limitamos a desarrollar únicamente lo aprendido antes, somos como barcos encallados. Nos vamos oxidando con el paso del tiempo, y terminamos como cascajos inútiles que entorpecen la circulación.
Intentar saber más, acomodarnos a las circunstancias cambiantes de los adelantos tecnológicos, ampliando nuestro panorama. No considerar que los tiempos de aprendizaje se agotan porque la juventud ya nos dejó. Por el contrario, con la adultez y la madurez los desafíos se enfrentan con otra perspectiva, y no se persigue el halago ajeno sino la propia satisfacción de haber logrado lo que, para muchos, era imposible.
No olvidar el tiempo de lectura, que nos proporciona aprendizaje de pasados y del presente, analizando en qué medida esos conocimientos que elaboraron otros seres nos resultan útiles para construir nuestros ideales, y asumir la posición crítica de no aceptar lo dicho por nadie sin analizarlo previamente.
Una insoportable piedad por los sufrimientos humanos: En este punto manifiesto enérgicamente mi disenso. Los sufrimientos de la humanidad, que han sido provocados por mentes enfermizas, despiertan mi más profunda indignación, y el más encendido repudio hacia los culpables.
La preocupación es una actitud contemplativa, mientras que ocuparse significa dedicar esfuerzo y tiempo a la acción. Deben agruparse quienes piensan de igual modo frente a las injusticias, ultrajes, y violación a los derechos humanos, soslayando los puntos de discordia para ahondar en las coincidencias. Esbozar planes, resistir el atropello, resistirse. Aislar a quienes priorizan el bienestar individual sobre el bien común y repudiarlos enérgicamente y a viva voz.
Pese a que estas “tres grandes pasiones” también a mí me llevaron por diferentes caminos, he procurado siempre no desesperar. Quizás Russell quiso dar un tinte poético a su escrito, pero detenerse en la piedad lleva a la inacción.
Desde el llano, humildemente, hice lo más que he podido para alegrar la existencia de muchos. Me ocupé de niños que enfrentaban problemáticas no acordes con su edad. Les transmití sin egoísmo mi saber, porque fue adquirido sin ánimo de atesoramiento, sino para compartirlo. Visité a ancianos depositados en instituciones, intentando alegrarles aunque sólo fuese algunas horas, haciéndoles sentir que eran importantes para alguien.
Aprendí, no sólo por estudiar, sino a seguir el camino de mi propia vida. Enfrenté contratiempos y dificultades. Pero finalmente pude perdonarme a mí misma por haber tomado decisiones erróneas que me llevaron a la desesperación. Logré cambiar un rumbo que, pese a ser rico en experiencias, corría el riesgo de convertirse en una insoportable rutina.
Y le abrí la puerta al amor de pareja, que se encontraba casi cerrada. Y para afianzar ese sentimiento de a dos, hice gala de mi estirpe de luchadora innata, atreviéndome a cambiar hábitos y actitudes. Tengo tanto aciertos como errores, pero sigo aprendiendo a convivir, a aceptar, a dialogar y, lo más importante, a recibir.


Copyright 2005. All rights reserved.





 

Comentarios

Aún no hay comentarios. Iniciá una conversación acerca de este tema.