Edad del "nunca me había pasado" (Fontanarrosa)

Publicado por
@EL_MOROTXO
Mi amiga Coletta solía decir, y hace ya mucho tiempo:
"Estamos entrando en la edad del nunca me había pasado".
Y es así.
Decimos: "Es curioso. Nunca me había pasado. Me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna".
Escuchamos:
- Es notable. Nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.
Es que, así como se habla de un Primer Mundo y de un Tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cuál es el Segundo, nosotros hemos pasado de la Primera Edad a la Tercera sin recalar por la Segunda y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento.
El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante. Calculamos: ¿”Cuánto hace que se mudó Roberto a su nueva casa?".
Y arriesgamos: "¿Tres, cuatro años?". Hasta que alguien, conocedor, nos saca de la duda: "Catorce".
Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle:
"Tu pibe debe andar por los seis, siete años".
"Tiene diecinueve" -nos contesta el amigo- "Vení Tacho". Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon: "El tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa".
Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse.
Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer y vivir con quien me de la reverendisima gana.
"Estamos entrando en la edad del nunca me había pasado".
Y es así.
Decimos: "Es curioso. Nunca me había pasado. Me agaché a recoger un tenedor y se me trabaron cuatro vértebras de la columna".
Escuchamos:
- Es notable. Nunca me había pasado. Mordí un caramelo de limón y un premolar se me partió en ocho pedazos.
Es que, así como se habla de un Primer Mundo y de un Tercero sin que nadie conozca a ciencia cierta cuál es el Segundo, nosotros hemos pasado de la Primera Edad a la Tercera sin recalar por la Segunda y el cuerpo acusa recibo de tal apresuramiento.
El tiempo mismo, incluso, ha tomado una consistencia gelatinosa, plástica, mutante. Calculamos: ¿”Cuánto hace que se mudó Roberto a su nueva casa?".
Y arriesgamos: "¿Tres, cuatro años?". Hasta que alguien, conocedor, nos saca de la duda: "Catorce".
Suponemos ante el amigo encontrado ocasionalmente en la calle:
"Tu pibe debe andar por los seis, siete años".
"Tiene diecinueve" -nos contesta el amigo- "Vení Tacho". Y nos presenta a una bestia de un metro ochenta, pelo verde, un clavo miguelito clavado en la ceja y un cardumen de granos sulfurosos en la mejilla.
Se corrobora entonces aquello que, dicen, decía John Lennon: "El tiempo es algo que pasa mientras nosotros estamos distraídos haciendo otra cosa".
Y suerte que estamos distraídos haciendo otra cosa. Mucho peor es aburrirse.
Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer y vivir con quien me de la reverendisima gana.
Comentarios

@TIDE
23/07/2007
Es dulce rememorar ciertos momentos, pero más me entusiasma pensar en las cosas que tengo para hacer y vivir con quien me de la reverendisima gana.
Muy bueno, negro!!!
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