CASUALIDADES IMPENSADAS

Amalgamar la ceremonia en la mirada cómplice
posiblemente selló el pacto de rictus sorprendentes,
¿cómo saber quién fue el exégeta que leyó el destino
el día inmemorial en que nuestras almas comulgaron?.

Recuerdo un sendero imperceptible, el espacio se esfumó,
no hubo más distancias en el otrora del punto convergente,
que nos sorprendía a diario remontando el éxtasis, aspirándonos,
pues exultante buscaba tu aliento, para transformar el Universo.

Al descubrir tu primera vez, conocí la deidad de la aventura,
desee entonces desde siempre, haberme esclavizado a tu tibieza,
erigirte sacerdotisa del Amor, por saber enaltecer mi incredulidad,
al no vislumbrar antes de ese encuentro, mi realidad de simplezas.

Pero como un sacrílego impromptus, nunca advertimos su paso,
y el tiempo se transformó impensadamente en cruel disparador,
no registramos lo que su dimensión nos exigía, pero transcurrió,
y con su fuerza irreductible, arrastrando hasta ilusiones engarzadas,
nos dejó saber que los milagros no existen, que todo fue simplemente. . .
un encuentro casual.

FERNANDO
25/07/07

 

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