A la larga o a la corta el grosor es lo que import A !1

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@SALU

17/10/2007#N18100

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A la larga o a la corta el grosor es lo que import


Teodosio vivía en el barrio de Almagro, donde también vivía yo, y era de la barra que paraba, o se sentaba, en la esquina, en la esquina noreste de Virrey Liniers y Adolfo Berro (hoy Don Bosco, como lo aclaro por centésima vez).

En esa esquina también paraba, o se sentaba, Pascualito, otro miembro de la barra que se distinguía de Teodosio por contar con un "quetejedi" descomunal, unos 25 cm, pasivo, unos 33 o 34 en postura de penetrar, mientras que el otro apenas si alcanzaba a los 12 en quietud y los 15 o 16 al palo.


La diferencia daba pie a bromas, a chascarrillos y a jodas interminables, unas alabando el tamaño de Pascualito, otras menospreciando la longitud paupérrima de Teodosio.
Una noche de verano se generó una discusión relacionada con el tema de los tamaños que terminó, pero que no terminó, como lo verán más adelante, con una controversia de la gran puta entre los que opinaban a favor de Pascualito y los que argumentaban a favor de Teodosio.
-Yo no sé cómo ustedes están en desacuerdo, o son boludos o no saben un carajo de lo que tienen entre las bolas -opinó Rodolfo, el frutero-. ¡¿Cómo va a ser mejor un ñoqui más arrugado que salchicha parrillera que una del tipo manguera de bombero?! Pregúntenle a cualquier mina qué es lo que prefiere, si una larga o una corta y se termina la joda. Si prefiere una corta yo me la serrucho, juro que me la serrucho.


-¿Y dónde vamos a encontrar una mina para preguntarle qué prefiere? -quizo saber García, el pitucón de la barra.
-Andá a ver si está tu hermana en tu casa -terció el menor de los Santoro- y preguntale a ella.
-A mi hermana le chupás el cu.. -se enojó García-; vos tenés a tu vieja a un paso para preguntarle.
-¡Con mi vieja no! -se encolerizó Rodolfo-. A mi vieja la dejás tranquila porque te mato...
-¡Basta carajo! -traté de apaciguar yo-; ni con tu hermana ni con tu vieja; no sean boludos, el tema lo tenemos que solucionar con una puta.
-¿Por qué con una puta? Te va a responder lo que le convenga a quien le pregunte, y si se entera que es una apuesta querrá ir a medias con los que ganen.
-Yo conozco a una de mi confianza, que no nos va a engrupir. No es un yiro de la calle ni labura en quilombos; recibe en su casa y sólo con recomendación de algún conocido.
-¿Y vos de dónde la conoces, me querés decir de dónde la conoces?
-No te voy a decir de dónde la conozco porque no viene al caso. ¿No te basta con que yo la conozca?
-No, no me basta, puede haber trampa.
-Ma qué trampa ni trampa; vos vení conmigo y yo le pregunto delante tuyo.
Todos estuvieron de acuerdo: iríamos Rodolfo y yo a verla a la fulana para preguntarle qué era mejor para ellas, si una larga o una corta, la de Teodosio o la de Pascualito.
Concerté la entrevista por teléfono y fuímos. Planteamos el problema.
-No le puedo responder sin examinar a los candidatos -nos explicó la mina-; la respuesta depende de muchas cosas. Mándenmelos y en 24 horas decido.
Nos costó convencer a Teodosio, el de la corta; en cambio Pascualito, el de la larga, accedió de inmediato. Teodosio era virgen, nunca la había puesto; Pascualito era veterano, había enchufado como seis o siete veces.
La expectativa era enorme, las apuestas a favor del sable de Pascualito lo favorecían 8 a 1, una fija. Llegó por fin el día de la definición, o mejor dicho la noche. Primero entró Pascualito al departamento de la Matilde, nombre de la fulana, ubicado en Colombres entre Belgrano y Quito. Salió 20 minutos después.
-¿Y...? -le preguntamos.
-La maté -se vanaglorió.
A Teodosio tuvimos que empujarlo pero, de todos modos, subió.
Pasó una hora y no salió, empezamos a preocuparnos, hora y media y tampoco.
-Andá a buscarlo -me pidió uno-; se debe haber desmayado.
-Si en diez minutos no vuelve, lo voy a buscar.
No hizo falta porque enseguida apareció.
-¿Y...?
-¡Qué se yo! A mí me gustó, a ella no sé; cuando me dispuse a salir me pareció enojada... ¡qué se yo!
A la noche siguiente fuimos a buscar el resultado con Rodolfo.
-Buenas noches, venimos a buscar el nombre del ganador.
-Si me prometen quue mañana me lo mandan de vuelta se los digo. De lo contrario, no.
-No impota, ya lo sabemos: ganó Pascualito, el de la tranca larga.
-Ese que se llama Pascualito tiene la tranca larga, pero zonza; no vale ni un sorete. La que vale, y mucho, es la de Teodosio: corta pero gruesa. Me la hizo sentir como un bombón de frutas. Un canchero bárbaro, una delicia de hombre, una maravilla de sexo.
-¿Entonces ganó Teodosio?
-Sí, ganó Teodosio, y lo quiero mañana otra vez aquí.
Perdimos la apuesta, pero nos enteramos de algo que no sabíamos: más vale corta y gruesa que larga y flaca. Matilde nos lo aseguró, y a Matilde, que las había probado todas, no se le podía discutir sobre el tema.

 

Comentarios

@SALU

17/10/2007

Pregúntenle a cualquier mina qué es lo que prefiere, si una larga o una corta y se termina la joda. Si prefiere una corta yo me la serrucho, juro que me la serrucho ! EL TEXTO HABLA DEL SERRUCHO , YO NO EH !