Bacanal
Escrito por
@BB75002
Felinas gatas salvajes
blanco y negro de madera
llamaron y buscaron
las intenciones que queman.
Ondulante la Gacela
se entregó en ese hechizo
fascinantes las gatunas
lamieron su piel lustrosa
guardaron para los dioses
sus uñas largas y rojas.
Efebos de dos colores
balancearon sus caderas,
la cadencia del ritmo afro
exitó a las tigresas
que entre gemidos y miauses
se amarraron a los troncos
queriendo sacarles la vida
en un conjuro pagano.
La Gacela amaba al Ebano
el Ebano a la Felina,
la Tigresa a la Pantera
y la Pantera al Romano.
En un momento la danza
desató todos los frenos
endemoniados aullidos
uñas en brazos rasgaron
la savia nutrió los cuerpos
fuerzas de ellos brotaron.
Al Romano con el Ebano
los vieron estremecidos;
la Gacela, la Pantera,
la Tigresa, la Felina
los provocaron fogosas
y revitalizadas de nuevo
por el brevaje sagrado
sobre ellos extendieron
sus pieles de terciopelo
se mimaron, se rugieron,
se mordieron, se gozaron
los demonios penetraron
en las felinas salvajes
y la gacela lujuriosa
atendió a su hermoso joven
puliéndole sus facetas
sacándole todo el brillo.
Una mano perversa los eternizó
en una ánfora griega.
blanco y negro de madera
llamaron y buscaron
las intenciones que queman.
Ondulante la Gacela
se entregó en ese hechizo
fascinantes las gatunas
lamieron su piel lustrosa
guardaron para los dioses
sus uñas largas y rojas.
Efebos de dos colores
balancearon sus caderas,
la cadencia del ritmo afro
exitó a las tigresas
que entre gemidos y miauses
se amarraron a los troncos
queriendo sacarles la vida
en un conjuro pagano.
La Gacela amaba al Ebano
el Ebano a la Felina,
la Tigresa a la Pantera
y la Pantera al Romano.
En un momento la danza
desató todos los frenos
endemoniados aullidos
uñas en brazos rasgaron
la savia nutrió los cuerpos
fuerzas de ellos brotaron.
Al Romano con el Ebano
los vieron estremecidos;
la Gacela, la Pantera,
la Tigresa, la Felina
los provocaron fogosas
y revitalizadas de nuevo
por el brevaje sagrado
sobre ellos extendieron
sus pieles de terciopelo
se mimaron, se rugieron,
se mordieron, se gozaron
los demonios penetraron
en las felinas salvajes
y la gacela lujuriosa
atendió a su hermoso joven
puliéndole sus facetas
sacándole todo el brillo.
Una mano perversa los eternizó
en una ánfora griega.
Comentarios
@LATINA
18/10/2007
La verdad...te felicito!! Esta muy bueno el texto.
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