MUJERES ESCANDALOSAS///////////
Publicado por
@SALU
Entre todas las arribistas disfrazadas de Cenicienta, Wallis Simpson tal vez sea la más lúcida y perseverante. Ilegítima, inculta y pobre, alcanzó los más altos peldaños de la riqueza. Tras su muerte en 1986, Sotheby´s adjudicó parte de su botín en 60 millones de dólares: un conjunto de 230 objetos suntuarios, entre ellos 87 joyas de Cartier y 23 de Van Cleef. Su mansión en París la adquirió Mohamend al-Fayed, el dueño de Harrod´s.
Criada en una humilde casa de campo, Wallis, que es huérfana de padre, tiene 20 años cuando conoce al joven oficial de aviación, Winfield Spencer. Se casa pero la propensión del marido al alcoholismo vuelve el matrimonio tormentoso. Desde muy joven comprendió que el cultivo de cualquier norma moral podría estorbarla, de manera que decidió suprimirlas. Mientras Win está ocupado en un curso de adiestramiento, Wallis trata de seducir a todo el que vista de uniforme. Cuando envían a Win en servicio a China, Wallis se queda en Washington y se lía con el hombre mas deseado de la ciudad, Felipe Espil, primer secretario de la embajada de Argentina.
Era un tipo a lo Rodolfo Valentino, hábil bailarín de tango, de cabello de oro, raya impecable y monóculo. Su marido Win la había introducido en la frecuentación de las casas melodiosas, los prostíbulos de lujo en Hong Kong. Se convirtió en virtuosa de cualquier técnica sexual. Vivió en Sanghai y Pekín trabajando para el servicio secreto americano. Encinta de un joven italiano llamado de Galeazzo Ciano, un aborto le provocó la esterilidad y problemas crónicos de salud. De regreso a Estados Unidos, se casó en segundas nupcias con Ernest Aldrich Simpson. Lo abandona cuando tiene garantías de que el príncipe Eduardo se casará con ella. El gran fotógrafo Cecil Beaton dijo de Wallis: "Es políticamente ignorante y físicamente discutible. Pero, y sobre esto no hay duda, conoce bien la vida".
Cuando el príncipe Eduardo conoce a Wallis, todavía no ha subido al trono. No es más que el príncipe de Gales y quizá le asusta su futuro de rey. Al morir Jorge V, Eduardo fue proclamado rey e hizo construir invernaderos para que su amada tuviera siempre gardenias frescas. Sólo 323 días después abdicó para casarse con la arribista Wallis Simpson. La sombra del escándalo planeará sobre ella hasta después de su muere. Hizo célebre la siguiente frase: "Nunca se es lo bastante rico ni lo bastante delgado".
Del burdel al poder
Fue la mediana de las tres hijas de Acacio, que era el cuidador de las bestias salvajes del circo. Cuando murió Acacio, su viuda, puesto que todas sus hijas eran bellas, las convirtió en actrices de circo a medida que iban llegando a una edad adecuada. Teodora, vestida con una pequeña túnica con mangas, no solo salía a escena sino que entretenía a los amos del teatro en juegos lascivos y acabó, por capricho o afición, en un burdel. O sea, que se convirtió en cortesana. No tocaba la flauta o el arpa, ni siquiera se había preparado para la danza, pero entregaba con virtuosismo su cuerpo a quien estaba dispuesto a pagar por él. Le gustaban las orgías con decenas de hombres en la cúspide de su virilidad y, por ello, muchas veces quedó embarazada, si bien conocía los trucos para abortar.
Impúdica y frutal, acabo juntándose con Hecebolo, un tirio que ejercía de gobernador de Pentápolis. Se pelearon y ella quedó en la insolvencia y volvió a su viejo oficio en Alejandría, primero; después errando por todo el Oriente. Cuando regresó a Constantinopla Justiniano, sobrino del emperador Justino, se enamoró de ella, la elevó al rango patricio y la convirtió en su concubina hasta que, tras la muerte de la emperatriz Eufemia, logró que el emperador cambiara las leyes. Así pudo casarse Justiniano con Teodora y a la muerte de Justino en el año 527 la pareja ascendió al trono imperial tres días antes de Pascua.
Loca de amor
Vivió los últimos treinta años de su vida encerrada en un manicomio. Su vida y su obra estuvieron influidas hasta el delirio por la poderosa sombra de Rodin. Lo conoció en París cuando ella era apenas una adolescente y él tenía 43 años y ya era un triunfador. Camille colabora con el maestro y el arrebato artístico deriva hacia el amor tóxico. Su historia de amor se confunde con la fiebre creadora y es imposible saber quién influye en quién. Les separan 24 años y les une la vocación y el deseo. Rodin había alquilado para ambos la morada romántica del Clos Payen, que había acogido a George Sand y Alfred de Musset. Allí la felicidad se eclipsa con las tormentas de los celos, porque Rodin nunca dejó a su eterna amante Rose Beuret.
Camille se va, vende muy poco y malvive. En 1891 se encuentra con el músico Debussy, pero ese amor no supera los balbuceos, porque sigue prisionera del recuerdo de Rodin. Camille enloquece, destruye sus obras, se siente perseguida y, cuando muere su padre, en 1913, la encierran en un manicomio. A Rodin le quedan cuatro años de vida. A ella treinta; pero no de vida, sino de demencia, soledad y nostalgia. Cuando murió en el manicomio de Montdevergues, en 1943, nadie reclamó su cadáver, ni siquiera su hermano el famoso escritor Paul Claudel. Fue sepultada en una fosa común.
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Emperatriz republicana
Por su complejidad psicológica y su pasión viajera Isabel de Baviera, la Sissi que encarnó en el cine Romy Schneider, parece un correlato de Cristina. Fue emperatriz de Austria y reina de Hungría. Itinerante, bella y melancólica, su muerte en Ginebra, a manos del anarquista Luigi Lucheni, puso el broche a una vida fastuosa, cimarrona y atormentada. Desde que a los 16 años se casó con su primo, el joven emperador Francisco José, se sintió prisionera del rígido protocolo de la corte. Para curarse de su melancolía se pasó el resto de su vida viajando por toda Europa. Se le imputaron amores con el rebelde húngaro Gyula Andrássy, a quien llegaron a imputar la paternidad de su hija Valeria, y con el jinete inglés Bay Middleton.
Tenía fobia a la vida social, un amor desmesurado por los caballos, los locos y la naturaleza y una obsesión enfermiza por su belleza. Durante toda su vida mantuvo un talle que nunca pasó de los 50 centímetros y un peso que nunca excedió los 50 kilos con un metro setenta y dos de estatura.
Uno de sus caballos preferidos se llamaba Nihilista, porque a diferencia de su marido, Sissi tenía ideas avanzadas, defendió a los levantiscos liberales húngaros y en sus diarios privados descreía de las monarquías y sus testas coronadas. Insufló esas ideas republicanas a su hijo, el heredero Rodolfo quien, presa de la contradicción entre su estatuto y sus ideas, se suicidó en Mayerling a los 31 años. La emperatriz anarquista es un emblema de las princesas que lo tienen todo... menos la felicidad.
Cristina de Suecia
Amante de un cardenal
A esta reina enigmática es difícil no imaginarla con el rostro de Greta Garbo, que divinamente la encarnó en la película de Robert Mamoulian. Mujer fascinante, esta Minerva del Norte abandonó su trono a los 28 años porque sus súbditos le parecían demasiado bárbaros. Déspota ilustrada, estuvo más interesada en la ciencia y en el arte que en la política. Su padre murió en el campo de batalla durante la Guerra de los Treinta Años cuando la princesa sólo tenía seis años y era su única heredera. El rey había ordenado que la educaran como a un chico y, además de estudiar, Cristina cazaba y esgrimía la espada.
La quisieron casar con su primo, el héroe nacional Carlos Gustavo, pero ella prefirió abdicar el trono en su pretendiente. Estaba demasiado unida a su dama de honor la condesa Ebbe Sparre. Cuando abandonó Estocolmo, viajó por media Europa disfrazada de hombre y finalmente se instaló en un palacio romano que convirtió en un salón cultural. En Fontainebleau se vio envuelta en el asesinato de su presunto amante, el caballerizo mayor Monaldeschi. Hay constancia, también, de un asunto amoroso con el cardenal Decio Azzolino, a quien convirtió en su heredero. Hasta su muerte a los 63 años la reina Cristina de Suecia no dejó de provocar el morbo en todas las cortes de Europa.
Mesalina
La sublime ramera
Suetonio y Plinio el Viejo han dejado retratos implacables de Mesalina. La llaman "sublime ramera" y la dibujan como insaciable, disoluta y cruel. A esta adolescente escandalosa no le duró mucho la vida; pero en los 23 años que vivió se las apañó para coleccionar conspiraciones, asesinatos y vicios al por mayor. Cuando a los 15 años se convierte en la tercera esposa del quincuagenario Claudio, era tan bella como caprichosa. Al emperador -cojo, tartamudo y viejo- le dio dos hijos. Su consorte se quedaba dormido en el almuerzo, mientras los cortesanos le tiraban huesos de aceituna. Aburrida, Mesalina se inicia en extravagancias sexuales y vestida de prostituta, con el pecho reluciente de polvos dorados, la emperatriz se ofrece en los burdeles. Exhibicionista e indiscreta, manda asesinar al propietario de una mansión en el Pincio para regalársela a su amante Gayo Silio. Acaricia el proyecto delirante de casarse con él. Para ello es necesario que Claudio muera asesinado. Fue su última temeridad, y la pagó con su vida.
George Sand publicó más de 140 novelas sobre la sociedad y sobre la pasión de las mujeres. Sabía bien de lo que hablaba porque fue una mujer apasionada. Divorciada del barón Casimir Dudevant, con quien se había casado a los 18 años y de quien tuvo dos hijos, empezó a vestirse con trajes masculinos para poder circular libremente por algunos ambientes de París vetados a las mujeres. Aurora Dupin, que ése era su verdadero nombre, tomó su seudónimo de su amante Jules Sandeau, luego vivió amores turbulentos con Franz Listz o Alfred de Musset. De entre sus amantes múltiples, destacó su amor por Chopin, un amor entre loco y maternal. Con él vivió nueve años y fue su musa, su amante y su enfermera. Con él viajó a Valldemosa en donde escribió "Un invierno en Mallorca". Lo abandonó poco antes de que el músico muriera de tuberculosis.
La imagen de la George Sand virago y devorahombres se impuso a la de la escritora severa, disciplinada y con talento. Aurora Dupin, fue sobre todo, una mujer torturada por la insatisfacción sexual y una gran experimentadora que primero vivía y ensayaba y después escribía. Escribió que "la inteligencia busca, pero quien encuentra es el corazón", lo que confirma su romanticismo absoluto. Su temple inoxidable la convertiría en una avanzada del feminismo, musa de los románticos y piedra de escándalo de la buena sociedad parisina. Murió de una oclusión intestinal a los 71 años.
Perpetua insatisfecha
La vida torrencial
No mucho después, Shelley se ahogó. Mary tenía 24 años y su marido la dejó sin un penique y con un hijo de dos años. La pobreza le obligó a volver a una Inglaterra puritana que le reprochaba su libertad. A los 48 años se convirtió en una inválida y murió de un tumor cerebral.
Diana-Athénaïs tenía 12 años y le quedaban pocos para, ya convertida en marquesa de Montespan, jubilar a Luisa de la Vallière como favorita de Luis XIV. El Rey Sol nunca se conformó con las gracias de su mujer, la reina María Teresa de España. Luisa le dio cuatro bastardos reales; la marquesa de Montespan, siete en un intervalo de doce años, durante el cual el monarca acudía además a los lechos de mademoiselle de Rochefort, madame Soubisse y madame de Louvigny.
¿Qué tenía la Montespan que no tuvieran sus rivales de gineceo?: miedo a perder el favor real. Cuando el rey dejó de buscarla, sintió que el mundo se hundía bajo sus pies. Temía que la corte le pasara factura por sus arrogancias. Pero el miedo ha destruido más cosas de las que ha sido capaz de construir la felicidad y así es como Montespan se metió de cabeza en el escándalo que se la llevó por delante.
Francia era un hervidero de brujas y hechiceros envenenadores. Madame Voisin, amante del verdugo de París y bruja célebre, tuvo que confesar ante el magistrado Nicolas de la Reynie el nombre de la más poderosa de sus clientas: la Montespan, que ha dado al rey un bebedizo compuesto de extracto de murciélago y de topo, sangre menstrual, placenta y esperma.
Ajusticiaron a madame Voisin y la favorita perdió para siempre sus privilegios. Apuró el vaso amargo de la humillación cuando tuvo que soportar dejarle el sitio a la sosa institutriz de sus hijos, madame Scarron, que no sólo ganó el corazón de Luis XIV sino que se casó morganáticamente con él. Convertida en sombra de sí misma, la Montespan dejó la corte y se retiró a un convento.
Comentarios
22/07/2008
Muy linda nota, Salu.
¡Qué mujeres! ¿No?
besoooos, Mabel
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tomate tiempo para pensar, por que esta es la fuente del poder
DesconozcoTodas la pasiones son buenas cuando uno es dueo de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan.
AnónimoARG
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