ENCONTRAR LA MEDIA NARANJA //////

"Un día me sucedió. Me pregunté, después de encontrar a alguien que había buscado por mucho tiempo: ¿Será real o lo estaré inventando, gracias a mis ansias de amar o ser amada?

Pero, ¿a qué le temo? Quizás me asusta pensar que puede ser tan semejante, es como un calco mío, es mi otro yo, me hace sentir tan cómoda que a veces temo que se esfume, que sea volátil o pasajero, que no sea de carne y hueso… Pero no ha sido dibujado por mí, la suerte ha sido encontrarlo tal como lo imaginé con sólo desearlo, pensarlo, esperarlo. ¿Será que estoy más receptora a las respuestas y conductas humanas de lo que suelo estar, o que en este mundo de diferentes almas encontré la gemela, la que se acomode a mí lado sin tener que hacer mucho esfuerzo, ni empujarla para que pueda entrar?

Por momentos, siento como si pudiera anticiparme, y que las conductas que emite serán tan reconocidas por mí porque se me parecen. Es mi media naranja, lo sé, pero temo ilusionarme y encaminarme hacia un sueño que no pueda hacerse realidad".
 
Estar cerca de alguien así te despierta diferentes sentimientos y todos son positivos, tendientes a tu realización. Te potencia todo lo que en vos quedó dormido y le da sentido a aquello que ya no tenía razón de ser.
 
Es como si tu cuerpo entumecido por el dolor hubiese cobrado vida de repente, y todos los movimientos rítmicos se manifestasen junto a él, una danza bailada de a dos, la conjunción de diferentes tonos musicales soplando a tu oído: el sentimiento de poder que tiene la magia del amor.
 
"De pronto, al encontrarlo sentí que ambos nos uníamos para complementarnos, para ser pares, el arte de un encuentro sexual. Me dí cuenta que éramos dos cuerpos que se atraen y que la energía se concentraba en el aire como nube de vapor, se sentía el calor de los cuerpos echando chispas, era una  escena de amor artística, la escena misma con una serie de factores que se fueron encastrando unos con otros para terminar de dibujar la figura absolutamente perfecta.

Somos uno en esta pieza de baile queriendo armar un buen compás, las notas se combinan y se compaginan armoniosamente y entonces aparece una danza sexual casi impecable".

Digamos que es todo lo que fluye en cuanto a las miradas deseantes, las caricias en complicidad, una comunicación poco común y hasta casi ideal, equilibrada, y palabras que suenan como eco después entre miradas de auxilio. Es que provoca casi un miedo intrépido y descabellado saberse tan estable y armónico. "Es más que sexo, tampoco es fantasía, es como si se hubiese alcanzado el Edén, o el Paraíso, y no es producto de un orgasmo, sino la magnitud de lo intensamente placentero, la sensación de paz en el encuentro mismo de dos almas gemelas que aúllan por desiertos amorosos sin esperanza y con miles de misterios".
 
En pocas palabras, es la inmensa felicidad de haber encontrado tu otra parte, la que merodeaba por valles perdidos sin encontrar su morada y creyendo que ese sería su final. Pero casi sin aliento en un día sin planes ciertos, esa alma perdida sintió una fuerza interior que la hizo sucumbir.

Y, de pronto, no hubo viento en contra que lo alejase y se animó a acercarse. Entonces se reconoció como en un espejo con el otro alma y ya no se sintió frágil, todo lo contrario, entre palabras sin sentido como vía de escape aparecieron los reales sentimientos que no se podían esconder: "Dame lo que necesito para regenerar mis fuerzas vencidas durante todo este tiempo".

Y como un volcán en erupción apareció una fuerza interior superior a cualquier fuerza que pueda arremeter contra todos los males absorbidos, contra todos los pensamientos negativos, los temores, las dudas, los misterios y ahogos de varias noches de soledad. De repente, esta fuerza se volvió dueña del tiempo y envolvió a la pareja, no se podían separar, algo misterioso y místico los protegía, pero no era otra cosa que ellos mismos, hechos uno para el otro.

De repente como en todas las cosas, el miedo de que se rompa la ilusión de este encuentro casi incierto, y el anhelo de no perder los malos momentos, hizo que la tristeza escondida casi en forma agazapada se fuese escalonando, esperando la primera oportunidad para destruir el hechizo. Se hizo ver, y entonces palabras guardadas para relaciones tormentosas se hicieron presentes queriendo destruir el encanto.

Y casi lo logran, faltaron segundos… ¡Qué ilusos! Creer que es tan simple, creer que dos almas gemelas pueden ser ajenas a un encuentro entre miles y pretender dejar que escape la oportunidad, sin poder detenerse a tiempo. ¿Quién de los dos será más susceptible? ¿Quién de los dos podrá detener el impulso de romper la magia y evitar así volver a la cotidianeidad de todos los bares y de todas las noches desiertas que deja un amor perdido? ¿Quién tendrá la sabiduría de aunar las riquezas para evitar la pobreza que deja el sufrimiento?

De pronto la amargura los envuelve. ¿Qué estaban por hacer? Será ese superyo arcaico que busca y encuentra la forma de someter, o quizás la necesidad de saber que no hay camino posible hacia el amor, porque alcanzarlo, tocarlo, tenerlo entre las manos implica EL DESAFÍO DE PODER CUIDARLO ETERNAMENTE Y ESO HABLA DE MÁS TIEMPO DEL PENSADO PARA VIVIR.

Entonces, preferimos perderlo a encontrarlo. Encontrarlo implica miedo, dolor, frustración, deseo de venganza y sentimientos perversos. Pero, ¿por qué no cambiamos el mensaje y nos encaminamos hacia la idea de que tenerlo, abrazarlo, acariciarlo, acunarlo, genera vida? ¿Quién sabrá ser receptivo para darse cuenta  que una vez perdida, ese alma gemela volverá a esos valles desiertos y quizás a partir de ese momento no sea fácil encontrarse de nuevo como en aquel fugaz momento en que estaba el destino marcado, para que se encuentren en un mismo lugar y en un mismo tiempo?
 
Interpretar los mensajes que nos da la vida es también apreciarla.