El Guerrero

Escrito por
@EDGAREVARISTO

12/02/2009#N25310

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EL GUERRERO
 
Una mañana esplendorosa de Junio, cuando de todas las gargantas brotaba un canto vegetal a la vida, murió el guerrero. Sus ojos de amigo viejo quedaron fijos como diciendo: no olvides. De su boca final no salió una queja.
No pude sacudir nunca el polvo de su agonía en mis manos, y la piedra que aplastó sus días se perdió para siempre entre las ramas o murió con él en ese otro mundo de los sueños.
La batalla había comenzado cuatro días antes. El guerrero exhibía su pañoleta roja a los insectos que pululaban el jardín. Estaba soberbio sobre las espinas del rosal cuando lo vi desde la verja. Solté los libros de la escuela y avancé despacio, despacio, sin respirar. Me abalancé como un bólido; pero apenas pude rozar su traje verde, de un potente salto llegó al almendro y trepó en zig zag hasta las ramas que se acuestan más altas que los techos. Entonces rió por primera vez. Mucho han querido convencerme con que los lagartos no ríen, pero sé que aquella vez, y muchas otras, rió.
La piedra que tiré ese día, dejo incrustada en el tronco la huella de mi derrota. Después el guerrero me obsequió una mirada pícara y desapareció entre las hojas.
La guerra había comenzado. Una sombra desconocida nos tomó de la mano y nos puso frente a frente.
Al amanecer, siempre estaba allí, en la rama del almendro, inmóvil, esperando que errara mi proyectil para reír y desaparecer otra vez.
Muchas veces, furioso, acaricie el tirapiedras de ligas rojas en la gaveta; después me avergonzaba la flaqueza, lo nuestro era un duelo honorable, entonces creía ciertamente que era un duelo honorable, la muerte es un concepto lejano para los niños que sólo con los años comienzan a desconfiar de su inmortalidad. No comprendía entonces que únicamente arriesgaba mi orgullo, mientras el guerrero se jugaba la vida cada vez.
La mañana en que murió, bullía indetenible la primavera. Lancé la piedra confiado en que de pronto saldría con sus ojitos pícaros para luego esconderse en las alturas; pero ese día no rió, lo llamé con un silbido, después por su nombre: Guerrero, después con miedo; pero no estaba entre las hojas, nunca más sus patas de alpinista tocarían el almendro.
Lo encontré bocarriba en la hierba, su cara triste era irreal y grotesca, como un parche sangrante en la tierra.
Puedes quedar herido, le dije, te perdono,...te exijo que vivas guerrero, no empañes así mi victoria.

Mas prefirió morir con honor a claudicar, volvió al otro mundo que no vemos, con un pedazo de mi amor,…y no regresó

 

Comentarios

@YO_LILY

12/02/2009



 

Uhhhh !!!! Que fuerte, y bello a la vez. Me conmovio.

Me hizo recordar mi niñez de depredadora, como justamente hoy se lo comentaba a alguien, . Inocente en la razon, acompañaba a mi abuelo a cazar y a pezcar.

Y le decia casualmente, hoy de solo pensar me recorre un escalofrio por el cuerpo.

Quienes algunas veces decimos, yo nunca mate, olvidamos que pezcar lo es, ayudar a cazar tambien. Y de los insectos mejor ni hablemos, lo hacemos todos los dias. Ellos mueren por seguir su instinto y nosotros los eliminamos porque nos invaden.

Se nos mezclan sensaciones contradictorias en esta vida, mientras sostenemos que " la tenemos clara ".

" la muerte es un concepto lejano para los niños que sólo con los años comienzan a desconfiar de su inmortalidad. "

Gracias por compartirlo.

 LILY