Sobre el deseo

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@MARU2009

15/02/2009#N25352

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Me gusto este texto de Berger , la transcribo incompleto, es de la revista Ñ del 16 de enero. Espero que les guste

Sobre el deseo

Un texto de John Berger

(…)

El deseo, cuando es recíproco, es una intriga urdida por dos, que sale a enfrentar o a provocar a todas las demás intrigas que determinan el mundo. Es una conspiración de dos.

El plan consiste en ofrecerle al otro una suspensión temporal del dolor del mundo. No la felicidad sino una suspensión temporal de la enorme deuda del cuerpo con el dolor. En todo deseo hay tanto piedad como apetito; los dos, más allá de su proporción relativa, están entrelazados. El deseo es inconcebible sin una herida

Si hubiera alguien inmune en este mundo, viviría sin deseo.

La conspiración es crear juntos un lugar, un “locus”, de exención, y la exención, necesariamente temporaria, lo es del dolor absoluto del cual la carne es heredera.

El cuerpo humano tiene destreza, elegancia, alegría, dignidad y otras innumerables capacidades, pero también es íntegramente trágico- como no lo es ningún cuerpo animal ( ningún animal está desnudo)El deseo ansia proteger al cuerpo deseado de lo trágico que encarna, y más aún, cree que puede hacerlo. Ese es su credo.

Obviamente, no hay altruismo en el deseo. El ofrecimiento de proteger, de otorgar una exención, se realiza a cambio de la entrega de todo el ser , tanto físico como imaginativo. Desde el vamos, dos cuerpos están involucrados, y por ende la exención, cuando y si se obtiene, debe cubrir a los dos.

La exención necesariamente es breve- y junto con esta- los daños asociados a la amenaza de lo breve

Observando por otro lado, el deseo es un corto paréntesis, experimentado desde adentro de una trascendencia. En ambos caos, sin embargo, la vida cotidiana continúa alrededor, antes y después.

El deseo promete una exención. Pero una exención del orden natural existente equivale a la desaparición. Y eso precisamente es lo que el deseo, en su máximo éxtasis, propone: desaparezcamos.

La desaparición de los amantes no pude considerarse una evasión, una huida; es más bien un avance a alguna parte: un acceso a la plenitud. Esta plenitud suele pensarse en general como una acumulación. El deseo insiste en que es un don: la plenitud de un silencio, una  obscuridad en la que todo está en paz. (…)

Apenas compartido y vivido, la exención, que ya no exime, persiste, inolvidable, y las desapariciones mas verdaderas se vuelven todavía, mas precisas que cuando es visible y claro.

“Las sirenas bajan llorando por el camino. Mientras estés en mis brazos, no habrá daño capaz de alcanzarte

 

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