AGUA MINERAL Y BASURA

Publicado por
@QUIQUERAF

21/09/2009#N28700

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El títulono NO es provocativo por casualidad. Une la idea del agua potable más pura que pueda existir con los desperdicios de una civilización que no deja de ensuciar su propio nido. Y, esa pretendida pureza contribuye paradójicamente a aumentar la suciedad general en una proporción no menor, además de desperdiciar recursos no renovables.En los últimos años se ha impuesto totalmente la costumbre de no beber más agua de la canilla. Salvo, claro, en aquellos barrios pobres en los cuales no hay canillas o hay una para miles de habitantes y vaya uno a saber de qué calidad. El que, en un restaurante, pide "un simple vaso de agua" es mirado como un bicho raro: casi nadie se anima a no pedir una botella de agua mineral. ¿Con gas o sin gas? Ésa es la libertad que nos queda. En las oficinas y muchos otros lugares públicos, la botellita es reemplazada por un bidón y todo un aparato pero, igualmente, ya nadie toma agua corriente aunque su calidad sea impecable.No hay estudios cuantitativos del impacto de esta imposición del agua embotellada en la Argentina pero sí los hay sobre el consumo de agua embotellada en Estados Unidos, de donde nuestra costumbre probablemente fue importada -como tantas otras superficialidades más.El agua embotellada cuesta al consumidor 1.900 veces más que el agua corriente. A cambio de este fabuloso negocio (para los fabricantes y vendedores) el agua "mineral" se expende en botellas de plástico, a cambio de lo cual no tiene el gusto a cloro que molesta, aunque podría evitarse en el agua corriente. Eso, en cuanto a la calidad del agua.

Pero cada botella de plástico es "descartable": esto significa miles de millones de botellas que se incorporan al ya inmanejable problema de la basura urbana. En Estados Unidos se vendieron y se tiraron a la basura 28.000 millones de botellas de plástico en un año, de las cuales sólo el 14% fue reciclado de alguna manera. Como las botellas vacías no se suelen aplastar, esto equivale a 50 millones de metros cúbicos de basura. Para fabricar esas botellas se consumieron 17 millones de barriles de petróleo, del que se hubiese podido obtener el combustible para 100.000 automóviles para todo ese año. Algunos cálculos que van más allá de Estados Unidos indican que con el costo del agua "mineral" consumida ese año en ese país se hubiese podido resolver el problema de los miles de millones de seres humanos que carecen totalmente de acceso a agua potable de cualquier calidad. Aun del agua con arsénico o uranio que abunda naturalmente en la campiña chaqueña o pampeana cuyos habitantes, en su mayoría, la consumen igual. Los basurales están asfixiando a las grandes ciudades del mundo entero. En Buenos Aires y el conurbano viven más de doce millones de personas que producen cada día unas 13.000 toneladas de basura y ya nadie sabe qué hacer con ella. Hay tres rellenos sanitarios que desbordan y han perdido toda pretensión de higiene: los vecinos exigen en voz cada vez más audible que se los cierre -así como a los centenares de basurales clandestinos a cielo abierto, que se forman "solos" cuando la gente comienza a arrojar basura en los baldíos-.Este fenómeno es mundial, porque vivimos en un sistema que genera basura en la medida en que malgasta recursos naturales para aumentar las ventas.En los países más adelantados la basura por lo menos se clasifica según los diferentes materiales. Pero entre nosotros la indisciplina y la irresponsabilidad no llegan siquiera a imponer ese nivel elemental. Si se separan metales, vidrios, basura orgánica y papeles y cartones se aumentan las posibilidades de reciclado. Pero entre nosotros parece impensable que en cada edificio de departamentos haya varios tachos para los diferentes tipos de basura -y que la gente los use como es debido-. La reacción típica es: "Esto es tarea del gobierno". Después, habría que ver quién recicla todo lo reciclable, pero por lo menos se aligeraría el trabajo de los cartoneros. Agregemos estas botellitas de plástico, a las bolsas de los super, a las pilas que nunca sabemos que hacer, a las computadoras que ya no sirven, a todos los elementos de electrónica que eliminamos, etc. etc. etc. Entonces, nos vamos en un rapido paneo, desde la inocente botellita de plástico (agrégenle las gaseosas) a la contaminación mundial. Es un recorrido lógico -porque, paradójicamente, nuestro estilo de vida es incompatible con la subsistencia de la vida en el mediano plazo-. ¿Pesimismo? Dicen que un pesimista es un optimista que tiene más información -o uno que no cierra los ojos ante las evidencias-.   Esto es un resumen de una extensisima nota , que sin ningún "desperdicio", escribiera Tomás Buch  químico y tecnólogo generalista.
Buch  es  químico-físico  de  formación,  egresó de la Facultad  de
Ciencias  Exactas  y  Naturales  de  la  Universidad  de Buenos Aires,  fue
profesor en la misma casa de estudios hasta la tristemente célebre Noche de
los  bastones  largos
,  formó  parte  del  primer  plantel  de docentes del
Instituto Balseiro  y  también del grupo inicial de profesionales de INVAP.
En la empresa  -que  tiene  su  sede  en  Bariloche-  Buch  dirigió  varios
proyectos, fue responsable de  un área de prospectiva tecnológica y también
fue gerente de recursos humanos.    Cabe  destacar que Buch es autor de los
libros  "El Tecnoscopio" (AIQUE, 1996) y  "Sistemas  Tecnológicos"  (AIQUE,1999)

 

Comentarios

@QUIQUERAF

22/09/2009



gracias por llerlo y por tu comentario Alberto, pero, lo lamentable es que muy poquititas personas les interesa el mundo en que vivimos y el que a la larga o a la corta, le dejaremos a hijos y nietos.-