Messi juega en un club con historia y a veces... hace goles

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@SERGGIO

18/05/2010#N31834

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Por Agustín Colombo
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Detrás de su exitoso presente, Barcelona esconde la historia de una resistencia que forjó en sus primeros años de vida. Barça, edén del fútbol en este tiempo, tiene un pasado de mártires, héroes, protestas y castigos que lo convirtieron en uno de los principales reivindicadores de la autonomía de Cataluña. Y por eso, el club sufrió en carne propia el autoritarismo que se adueñó de España en la primera parte del siglo XX.

En junio de 1925, la silbatina al himno español en un partido homenaje al Orfeón Catalán –la sociedad coral de la región– resultó el disparador para comenzar una persecución continua y sistemática. La dictadura que encabezaba Miguel Primo de Rivera clausuró, a modo de escarmiento por soliviantar el sentimiento separatista, el estadio Les Corts (predecesor del Camp Nou) y echó de la península a Joan Gamper, el fundador y presidente de la institución en aquel momento. Así, Primo de Rivera justificaba su autoproclamada “mano de hierro” para “poner a España en orden”. 

Gamper, exiliado en Suiza, su país de origen, se suicidó un tiempo después, abrumado por deudas imposibles de saldar en el contexto del crack internacional de 1929. Destinado a prologar todos los hitos azulgranas, su muerte fue el inicio de una etapa oscura para Barcelona, que lo homenajeó de la mejor manera: conservó eternamente su carnet, el número uno del club, y desde 1966 organiza, en todos los agostos, un minicampeonato internacional que lleva su nombre.
 
La Segunda República trajo algo de paz. En 1935, Barça, que atravesaba años de penurias económicas y dirigentes golondrinas, condecoró con la presidencia a Josep Sunyol, reconocido militante de la Izquierda Republicana de Cataluña, un partido político que pugnaba por la independencia de su distrito.

Al mismo tiempo que Sunyol equilibraba las finanzas, el equipo recomponía su situación futbolística: se coronó campeón de Cataluña y llegó a la final de la Copa del Presidente de la II República, en la que Zamora, arquero de Real Madrid, inició su leyenda.

Pero la gestión de Sunyol resultó breve, efímera, igual que la estadía republicana en el poder. Tres semanas después de comenzada la Guerra Civil española, Sunyol, que intentaba visitar a sus compañeros partidarios en la periferia de Madrid, fue capturado y fusilado por el ejercito franquista en la sierra de Guadarrama.

Militante de la igualdad, el presidente mártir –como se lo conoce hoy en las esferas blaugrana– padeció los antagonismos de su país, caldo de cultivo para el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

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Gamper y Sunyol. El primero, fundador y cinco veces presidente, fue echado de España por la dictadura de Primo de Rivera. Al segundo, el ejército franquista lo mató por militar en la Izquierda Republicana. 

El antídoto para superar la muerte de Sunyol lo llevó un grupo de empleados, que organizó una gira de cinco meses por América para darles rodaje y tranquilidad a los jugadores, muchos de los cuales permanecieron exiliados en México y Estados Unidos por temor a represalias.

En esos años de guerra, la liga española, como le sucedió a todo el país, estuvo detenida. Pero como contestación, y también para no perder el ritmo de competencia, Barcelona participó y ganó buena parte de los torneos no oficiales que se crearon en Cataluña y en la zona mediterránea, donde los republicanos resistían el dominio franquista. 

En 1938, ya en el desenlace del conflicto interno, una bomba destruyó la sede social de la calle Consell de Cent, el recinto donde el club guardaba toda su gloria: trofeos, la documentación desde el primer día y libros. En esos días tristes, el conserje del Barça, Josep Cubells, se dedicó a salvar buena parte de esa historia arrasada. 

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Con la victoria final de Franco, Barcelona siguió pagando por su pensamiento. El gobierno intervino a la institución a través de una comisión, y dictaminó dos medidas propias del autoritarismo reinante: suprimió dos barras de la señera –la bandera autonómica de Cataluña, que se había incluido en la insignia a manera de homenaje a la comunidad– del escudo del club y obligó a castellanizar su nombre oficial: de Foot-ball Club Barcelona pasó a denominarse Club de Fútbol Barcelona.

Paradoja del destino y del balón, Barcelona, unos años después de que asesinaran a su presidente por republicano, obtuvo la Copa del Rey en 1942, cuando se llamaba Copa del Generalísimo.

A medida que pasaba el tiempo, el régimen atenuó su persecución contra los catalanes. De esta manera, Barcelona recompuso la situación institucional, reinició su protagonismo en múltiples deportes y consolidó su importancia social dentro de la ciudad hasta convertirse en algo “más que un club”, como reza su eslogan actual. Como corrobora una historia de resistencias.

 

http://www.youtube.com/watch?v=zUCYvlduEMU

 

Comentarios

@SERGGIO

22/05/2010



Gracias , me alegro que te haya gustado , te envié un mensaje por correspondencia interna , avisame si lo recibiste .Un beso .Sergio  

ARG

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soy un participante activo , probando el sitio .

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