La mujer
Escrito por
@GABO2099
Transitar por el camino es verte venir. Las luces, nostálgicas, producen el desahogo, mientras mis ojos, ya relajados, duermen. Esos rayos de luz no son de ayer, y ahí veo la esperanza que sonríe. Una sonrisa que toma forma y tranquiliza, apacigua. Tu andar, displicente, me recuerda la primera vez que fuiste plena, saltando alegre en el rocío del agua, en un juego indescifrable. La perfección surgió cuando la luz del sol se confundió con tu sonrisa. Sus brillos se mezclaron y obnubilaron el asombro, mientras la imagen persiste inmutable, mostrando lo que resta del camino. Fue cuando el tiempo se detuvo y produjo resistencia a lo hostil. Momento en que toda definición racional de arte pasó a ser superflua. Cuando la conciencia de que ese arte es el origen del resto de las artes, y da sentido al reconocimiento de un esfuerzo que estaría vacío y sin rumbo ante cualquier camino alternativo. Una casa, árboles y una hamaca meciéndose ante el alba tomaron sentido en ese juego de sonrisas. La angustia también tomó sentido ahí, en tu llanto frágil y desprotegido. Ahora, la fragilidad, la inocencia, ya no hacen al llanto. Esas lágrimas ya perciben el afuera y ven más allá, y me miran. Esos ojos son la salvación, y yo los admiro en la vorágine. El río se vuelve caudaloso ante un malestar indefinido, pero es la indiferencia la que alimenta un sin sentido que corroe. Ese disgusto se fundamenta en tu mirada, que ve lo que no quiere ver. Mis ojos no soportan y ya no se espejan ahí, y se pierden. El perdón solo tiene sentido en una esperanza que apacigua, que consuela. La súplica ya toma forma para que el desencuentro acabe y un gesto compasivo surja. Sé que el brillo del sol solo tiene sentido cuando se refleja en tus ojos, que ven el arcoíris formarse. Cuando en tu mirada toman forma sonrisas que bailan el ritmo de una canción. Esa mirada, siempre suave, seduce, y el caudal disminuye por la lluvia que apacigua mientras el sol aparece. Ahí es cuando me levanto y camino, y la energía, el porqué, surgen en la imagen de gestos suaves y manos que peinan, mientras los labios se acarician por un pensamiento. Así, cuando camino, te veo venir y pienso en el momento en que nuestras miradas se crucen, coincidan. Ese momento en que el río ya no desborda por su caudal, por una tormenta que no cesa; cuando el sol se refleja en tus ojos y me trae esperanza. Una esperanza que despeja el cielo mientras rayos iluminan el paso de un andar que busca un abrazo postergado y el alivio, surgiendo de la calma del río.
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