Mañana la echarían de los toldos...
Escrito por
@TUPINAMBIS
La hechicera estaba cansada. Varios acontecimientos tendían a superponerse y deseaba poder atenderlos adecuadamente.
El sitio en donde debía encontrarse con este curioso proyecto de aprendiz había sufrido modificaciones, lo que provocó el desencuentro. ¿Y ahora?
Presurosa y malhumorada llamó al celular de N.N. Dónde diablos estaba?
-Estoy a muy pocas cuadras del lugar, te cuento que el cyber se encuentra cerrado...- La voz insulsa le respondía con ese tono entre apático y cortés. Definitivamente, afectaba su sensibilidad femenina como un valium.
- Está bien, -respondió.- se fueron de vacaciones cosa que yo ignoraba, pero podrías haber esperado en la puerta... estuve a punto de irme, -reprochó con firmeza- Te veo en diez minutos, en la esquina.-
Estaban frente a frente café de por medio, pese al calor y al pretendido mareo que en son de halago y aludiendo a su belleza, él fingía atribuir al oscuro brebaje.
Llegaba a la reunión a derrumbar expectativas mientras entretenía el tiempo, ya que había que colocar los regalos de reyes en hora más avanzada y además, pobre... se lo veía tan suplicante...
La charla transcurrió sin pena ni gloria. Titubeos, silencios, sonrisas y su compañía hasta su casa. Un instante de incomodidad en el que pareció tornarse incisivo y debió eludir cierto principio de insinuación, que sólo por evitarle mayor desengaño, no deseaba verse obligada a rechazar; ¿Acaso el "no te correspondo" tiene vericuetos ocultos al entendimiento masculino?
¿Qué más da cuánto tiempo se sostiene la mirada?
Nostalgias de pintada intelectual en cotidiana pared ... Presagio de tormenta... Despedida.
Antes de dormir, cambió de lugar los zapatos que se hallaban en el balcón. Para qué arriesgarse a la lluvia?
Ya desatada la misma, se solazó en su acertado criterio. Afuera, deambulatorio desengaño, recibía en forma de climática inclemencia, el corolario de atávica inhospitalidad.
“Show, chicas, tragos”; la forma del pozo donde el resto de su embarrado ser, dio en caer.
El encuentro con la hechicera se produjo pero no lo había tomado a su cargo. No sería su aprendiz. El golpe oscuro de la noche en su cara se fue transformando en líquido y brillo zigzagueante - ¿Acaso no era tan buena hechicera?- ...Si le hubiese dicho que no llovería al hijo del cacique, mañana la echarían de los toldos.-
No sabía cuál error había sido el determinante. Conocía bien los yuyos o los venenos aunque alguno se le escapara, y era ducho buscando cuevas, nidos o escondites, pero delante de ella, en la semipenumbra turbada por la luna, apenas podía contener su corazón. Y cuando le preguntó por el gualicho más poderoso, soltó que era el que anudaba su sonrisa sobre cada latido de su pecho...
Ahora arrastraba su dolor después de haber traicionado su instinto. Había sentido la lluvia, pero prefirió obrar según ella dijera y se internó camino a la sierra. El casco del caballo falló en resbaladizo movimiento sobre traicionero hueco.
Sus últimos restos -corporales ellos-, completaron el despeño iniciado antes, al ritmo de la torpeza que la desolación, trasmitió a la mano y a la rienda.
Cuando los cielos llueven hacia reyes, están conmemorando.
El sitio en donde debía encontrarse con este curioso proyecto de aprendiz había sufrido modificaciones, lo que provocó el desencuentro. ¿Y ahora?
Presurosa y malhumorada llamó al celular de N.N. Dónde diablos estaba?
-Estoy a muy pocas cuadras del lugar, te cuento que el cyber se encuentra cerrado...- La voz insulsa le respondía con ese tono entre apático y cortés. Definitivamente, afectaba su sensibilidad femenina como un valium.
- Está bien, -respondió.- se fueron de vacaciones cosa que yo ignoraba, pero podrías haber esperado en la puerta... estuve a punto de irme, -reprochó con firmeza- Te veo en diez minutos, en la esquina.-
Estaban frente a frente café de por medio, pese al calor y al pretendido mareo que en son de halago y aludiendo a su belleza, él fingía atribuir al oscuro brebaje.
Llegaba a la reunión a derrumbar expectativas mientras entretenía el tiempo, ya que había que colocar los regalos de reyes en hora más avanzada y además, pobre... se lo veía tan suplicante...
La charla transcurrió sin pena ni gloria. Titubeos, silencios, sonrisas y su compañía hasta su casa. Un instante de incomodidad en el que pareció tornarse incisivo y debió eludir cierto principio de insinuación, que sólo por evitarle mayor desengaño, no deseaba verse obligada a rechazar; ¿Acaso el "no te correspondo" tiene vericuetos ocultos al entendimiento masculino?
¿Qué más da cuánto tiempo se sostiene la mirada?
Nostalgias de pintada intelectual en cotidiana pared ... Presagio de tormenta... Despedida.
Antes de dormir, cambió de lugar los zapatos que se hallaban en el balcón. Para qué arriesgarse a la lluvia?
Ya desatada la misma, se solazó en su acertado criterio. Afuera, deambulatorio desengaño, recibía en forma de climática inclemencia, el corolario de atávica inhospitalidad.
“Show, chicas, tragos”; la forma del pozo donde el resto de su embarrado ser, dio en caer.
El encuentro con la hechicera se produjo pero no lo había tomado a su cargo. No sería su aprendiz. El golpe oscuro de la noche en su cara se fue transformando en líquido y brillo zigzagueante - ¿Acaso no era tan buena hechicera?- ...Si le hubiese dicho que no llovería al hijo del cacique, mañana la echarían de los toldos.-
No sabía cuál error había sido el determinante. Conocía bien los yuyos o los venenos aunque alguno se le escapara, y era ducho buscando cuevas, nidos o escondites, pero delante de ella, en la semipenumbra turbada por la luna, apenas podía contener su corazón. Y cuando le preguntó por el gualicho más poderoso, soltó que era el que anudaba su sonrisa sobre cada latido de su pecho...
Ahora arrastraba su dolor después de haber traicionado su instinto. Había sentido la lluvia, pero prefirió obrar según ella dijera y se internó camino a la sierra. El casco del caballo falló en resbaladizo movimiento sobre traicionero hueco.
Sus últimos restos -corporales ellos-, completaron el despeño iniciado antes, al ritmo de la torpeza que la desolación, trasmitió a la mano y a la rienda.
Cuando los cielos llueven hacia reyes, están conmemorando.
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