No dejo titere con cabeza

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@DANTEX

28/01/2015#N51194

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El carismático rey de Inglaterra obeso y adicto al sexo

Antes de ser coronado Eduardo VII pasó más de cuatro décadas dedicadas a los banquetes, las juergas y las orgias, r

 

Eduardo VII fue un carismático rey de Inglaterra obeso y adicto al sexo (Wikimedia commons)Eduardo VII fue un carismático rey de Inglaterra obeso y adicto al sexo (Wikimedia commons)A pesar de tener un reinado relativamente corto, entre 1901 y 1910, Eduardo VII se convirtió en un monarca carismático y cercano al pueblo. Tras esperar casi sesenta años, edad que tenía cuando fue coronado, consiguió cambiar y reformar muchas de las cosas que habían quedado enquistadas en la sociedad británica a causa del estricto reinado y la mojigatería de su madre, la todopoderosa reina Victoria.

Pero Bertie, como era llamado en sus círculos más íntimos, estaba destinado a heredar todo un imperio pero no el agrio carácter de sus padres, de ahí que durante cuatro décadas se dedicase a disfrutar de todos aquellos placeres que le ofrecía la vida y, sobre todo, de los socialmente menos correctos debido a su condición real.

Muchos fueron los disgustos que dio a sus progenitores desde una temprana edad, pero el que mató, literalmente, de un disgusto a su padre, Alberto de Sajonia-Coburgo-Gotha, fue el episodio que protagonizó en Irlanda cuando todavía no había cumplido los veinte años de edad y donde había sido enviado para pasar diez semanas formándose en la academia militar Curragh Camp.

Bertie había sido mandado en septiembre de 1861 al campamento para continuar con una férrea y estricta formación que debía moldearlo como un perfecto heredero al trono. Pero el joven Eduardo se encontró con un lugar en el que, aparte de disciplina, también había tiempo para otros menesteres más carnales y licenciosos.

Por aquel entonces todavía conservaba la virginidad y con el fin de que perdiera esa condición (poco habitual en los jóvenes de su edad), sus compañeros contrataron los servicios de Nellie Clifden, una joven y virtuosa actriz irlandesa que aprovechaba prostituyéndose para ganarse un sobresueldo. Pero los encuentros sexuales entre Eduardo y la meretriz no se quedaron en una sola vez y, tal y como escribió Bertie en su diario personal, varias fueron las veces en las que copularon.

La historia se filtró a la prensa, publicando un artículo sobre la disoluta vida del joven heredero, causando un gran disgusto a sus padres. Alberto de Sajonia escribió una larga carta a su hijo en la que le recriminaba su comportamiento y decidió hacerle una visita con intención de darle una buena reprimenda.

Apenas dos semanas después de aquel viaje el padre de Eduardo fallecía a consecuencia de una fiebre tifoidea que contrajo durante la visita a su hijo. La reina Victoria siempre culpó a Bertie de la muerte de su amado esposo.

Como castigo, la madre quitó al joven heredero algunos privilegios que hasta entonces había disfrutado por el hecho de ser príncipe y cargó su agenda de numerosas obligaciones y viajes por Norteamérica, Oriente y Europa, además de concertarle precipitadamente una boda con Alejandra de Dinamarca.

Pero todos esos viajes sirvieron para que el príncipe Eduardo se aficionase todavía más a dos de los más grandes placeres de la vida: el sexo y la comida. Tanto su apetito sexual como el gastronómico iban cada día a más. Múltiples son las crónicas que relatan la interminable lista de variadísimos platos que engullía a diario y, en pocos años, su estilizada figura se convirtió en obesa, llegando a alcanzar los 122 centímetros de circunferencia.

Replica del 'asiento del amor' usada por Eduardo VII en sus relaciones sexuales (edwardianpromenade)Replica del 'asiento del amor' usada por Eduardo VII en sus relaciones sexuales (edwardianpromenade)En cuanto al sexo se convirtió en un adicto a él, visitando los más famosos y prestigiosos burdeles de medio mundo, entre ellos ‘Le Chabanais’ en París, donde disponía de una sala en la que se hacían realidad todas las fantasías sexuales de tan ilustre cliente y donde acudió con asiduidad durante las décadas de 1880 y 1890. Allí disponía de un curioso artilugio conocido como ‘siège d'amour’ (asiento del amor) que le iba de perilla a la hora de sentarse y poder realizar el coito, debido a su oronda anatomía.

Cabe destacar que no solo de prostitutas se rodeó el que sería futuro rey del Reino Unido. Más de una cincuentena de mujeres, muchas de ellas ilustres, fueron sus amantes.

En la lista de sus queridas figuraban nombres de notables mujeres como la actriz Sarah Bernhardt, Alice Keppel (bisabuela de Camilla Parker Bowles, actual esposa del Príncipe de Gales Carlos de Inglaterra) o Lady Randolph Churchill (madre del que fue años después Primer Ministro de la nación Winston Churchill).

Pero no todo fueron excesos, juegas y orgias en la vida de Eduardo VII (tanto como príncipe como rey), ya que tal y como indicaba al inicio de este post también supo cumplir con sus obligaciones de una manera racional, progresista y sobre todo cosmopolita.

Entre sus logros y hechos se encuentra el reprender públicamente a unos oficiales británicos durante un viaje por la India, en los tiempos que ésta fue una colonia, por haber tratado con menosprecio a personas de otras razas y culturas.

También se le adjudica el merito de llegar a un histórico acuerdo de paz con su eterno enemigo, Francia, firmando los tratados que servirían de base a la futura colaboración entre ambas naciones en las dos guerras mundiales y la unión de Europa.

Conocido también fue la obsesiva adoración que sintió por su perro ‘Caesar’ (César) y sobre el que os hablé tiempo atrás.

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