el chancho gordo
Publicado por
@TREK
Un cerdo a medio cebar no tenía más que gruñir un rato, al despertarse, para que al momento viniera un
peón con dos baldes llenos de suero, una ración de afrecho y otra de maíz, sin contar algunos zapallos y
restos de cocina. Con la panza siempre llena y nada que hacer sino dormir, el excelente animal se
consideraba feliz y siquiera tenía el tino de no pedir más.
Era en invierno, con tiempo de sequía, grandes heladas, y los campos estaban en muy mal estado: a tal
punto que los caballos, lo mismo que las vacas y las ovejas, estaban sumamente flacos y con miras de
volverse osamentas.
Se quejaban, pues, de su mala suerte y no teniendo que comer, se lo pasaban maldiciendo del hombre,
su amo, que no se acordaba de ellos y los dejaba abandonados, sin hacer nada en su favor; y no dejaban
de mirar con envidia al cerdo a quien no se mezquinaba la comida, dándole de todo a él, como si fuera más
que ellos.
El cerdo los oía y sin dejar de moler maíz y de chupar con avidez la leche espesada con afrecho,
murmuraba con profundo desprecio... y algo de inquietud:
-¡Gente envidiosa, que nunca está contenta! ¡Socialistas!
peón con dos baldes llenos de suero, una ración de afrecho y otra de maíz, sin contar algunos zapallos y
restos de cocina. Con la panza siempre llena y nada que hacer sino dormir, el excelente animal se
consideraba feliz y siquiera tenía el tino de no pedir más.
Era en invierno, con tiempo de sequía, grandes heladas, y los campos estaban en muy mal estado: a tal
punto que los caballos, lo mismo que las vacas y las ovejas, estaban sumamente flacos y con miras de
volverse osamentas.
Se quejaban, pues, de su mala suerte y no teniendo que comer, se lo pasaban maldiciendo del hombre,
su amo, que no se acordaba de ellos y los dejaba abandonados, sin hacer nada en su favor; y no dejaban
de mirar con envidia al cerdo a quien no se mezquinaba la comida, dándole de todo a él, como si fuera más
que ellos.
El cerdo los oía y sin dejar de moler maíz y de chupar con avidez la leche espesada con afrecho,
murmuraba con profundo desprecio... y algo de inquietud:
-¡Gente envidiosa, que nunca está contenta! ¡Socialistas!
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