Solo se que no se nada

Escrito por
@KASALEWA

19/04/2005#N5589

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Bueno, aca les posteo el tercero de mis boletines de red (de hace casi un año), espero que no se les haga muy pesado y prometo volver a los viejos boletines intrascendentales jajaja... besos y espero sus cometarios (o criticas, por que no?) al respecto... saludos... Marce.-



Querida niña, este boletín va a ser largo, y no es en tono de comedia como los anteriores, así que si te interesa leerlo y conocerme un poco mas, te sugiero que lo copies y pegues en un archivo de texto para poder leerlo con mayor detenimiento posteriormente, a menos claro, que tengas banda ancha je. El titulo del mismo, que hace uso de la celebre frase del filosofo Rene Descartes, se debe a que vamos a hablar sobre la VERDAD... uff, parece sencillo hacerlo, pero veras en las siguientes líneas que no lo es tanto, al menos desde mi punto de vista, el cual comparto con vos hoy.

En la antigüedad, la mayoría de los filósofos coincidía en que hay dos tipos de verdad, la ABSOLUTA y la RELATIVA. Para que te des una idea de la importancia que le daban a estos conceptos, tené en cuenta que los más grandes filósofos de aquella época, entre los que se cuentan Platón, Aristóteles o Sócrates, tenían en sus escritos capítulos dedicados exclusivamente a los temas metafísicos trascendentales como lo bueno y lo malo, la ética o la verdad. Con el pasar de las centurias y el avance en materia de filosofía, el concepto de verdad absoluta fue desvaneciéndose, hasta quedar únicamente vigentes los conceptos más intimanete ligados a nuestras creencias mas arraigadas. Yo voy un poco mas allá de ello y parafraseando a Descartes, utilizo una paradoja similar para afirmar que en mi opinión (quede claro esto, no intento convencer a nadie, solo expongo mi punto) la única verdad absoluta es que la verdad absoluta no existe. Lejos de intentar darle dramatismo a esta afirmación, voy a mencionar las causalidades que me llevan a pensar de esta manera, que por cierto, me ha costado varios años de cavilaciones y muchas horas robadas al sueño, para entregárselas a diversos autores.

El excelente filosofo, ensayista y Premio Nóbel, Lord Bertrand Russell, desgraciadamente fallecido, sostiene en su obra, también excelente, "Ensayos Filosóficos", que el hombre vive, de hecho, recibiendo continuamente información de su medio ambiente, desde el mismo momento en que nace, por supuesto no me refiero a esa información como la que definimos normalmente, sino a todas las clases de estímulos posibles, olores, sabores, frío, colores, dolor, caricias, amor, etc., todas ellas van aumentando en nosotros nuestra “base de datos” sobre el mundo que nos rodea, y coincido con Lord Russell en que esta información, va modificando nuestra percepción sobre las ideas y las cosas, dicho de otra manera, va generando lo que llamamos personalidad, esas sensaciones recibidas y los datos que nos son suministrados continuamente (solicitados o no), modifican nuestro criterio, llevándonos a tomar algo como verdadero o falso.

En este punto mi boletín es todavía demasiado ambiguo, así que vamos a darle un poco mas de color... veamos... nombremos algo que tengamos como verdad absoluta... por ejemplo que el color de detenerse en los semáforos es ROJO. Creo que todos los que lean esto me dirán “si, esa es una verdad absoluta, no puede ser falsa”... bueno, veamos porque digo que puede ser tan falsa como un billete de tres pesos... Habrán notado que hay gente que tiene el timbre de vos agudo, en tanto que hay otros que lo tiene grueso, como esas, hay miles de diferencias entre un ser humano y otro, estatura, pigmentación, lucidez y demás. Hay también gente llamada daltónica, que poseen un defecto en la vista por el cual no perciben ciertos colores o los confunden entre si. Si estuviera leyendo este boletín una persona que tuviera una leve diferencia en su sentido de la vista, por la cual el color rojo lo viera como azul, nunca nadie se daría cuenta de ello, ya que le habrían enseñado que el color del semáforo es el llamado ROJO, aunque esa persona lo vería como nosotros vemos al que llamamos AZUL, si le pidiéramos que lo describiera podría decir “es el mismo color de la sangre” ya que para el seguiría siendo ROJO aunque lo que ve, en realidad nosotros lo llamamos con otro nombre, de hecho no hay ninguna manera posible de saber si el color que nosotros vemos, lo vemos exactamente de la misma manera en que lo ve otra persona (únicamente si pudiéramos estar dentro de su cerebro, cosa imposible por ahora). Si alguien cree lo contrario, que solamente intente dar una definición de “rojo”, que no implique una asociación a un elemento. Sin llegar a un ejemplo tan grosero como el anterior, podemos limitarnos a indicar que según nuestra agudeza visual y el funcionamiento de nuestro cerebro y sistema óptico, podemos ver los colores con un matiz ligeramente distinto al de otra persona, con mayor o menor brillo, saturación o contraste, esto es suficiente para desterrar la idea de que el color rojo es una verdad absoluta, ya que no podemos asegurar por completo, que la interpretación que hace nuestro cerebro de lo que vemos es “idéntico” a lo que ven los demás, sino una simple convención.

Si no podemos estar seguros ni siquiera de lo que ven nuestros ojos, ¿de donde viene lo que llamamos verdad?. Necesitaríamos toda un vida para poder ingresar en nuestro cerebro todos los datos disponibles acerca del mundo que nos rodea, y varias vidas mas para poder analizarlas y determinar que es lo mas cercano a la verdad y que no lo es, pero como la vida es muy corta y debemos preocuparnos por asuntos mas mundanos como comer y trabajar, adoptamos desde temprana edad, lo que podríamos denominar VERDADES POR CONVENCION, las que no son otra cosa que preconceptos sobre lo que es verdadero y lo que es falso; por supuesto hay muchos mas preconceptos que vamos adquiriendo en nuestra infancia, sobre el bien y el mal, la ética, la moral, etc. Estos preconceptos no son otra cosa que datos que vamos aprendiendo en nuestro primer contacto con el mundo y que por convención tomamos como ciertos, algunos son inculcados, como por ejemplo los nombres de los objetos, las matemáticas, la astronomía, etc., otros los vamos adquiriendo solos al interactuar con el mundo, como el sabor, el calor, la tangibilidad de los cuerpos físicos, etc., tener esos preconceptos como verdaderos nos ahorra muchísimo tiempo de análisis y nos prepara para la vertiginosa vida que tenemos, donde parar para preguntarnos si la tierra es redonda como nos dijeron, supone una perdida de divisas que no se justifica por algo tan intrascendente.

Ahora bien, ¿como sostenemos esta teoría?, supongo que en la diferencia esta la principal muestra de que la misma es viable (noten que evito decir “verdadera”) ¿Cuáles diferencias?, miren a su alrededor... un poco mas allá... en Asia, por ejemplo, las diferencias culturales son notables, tal vez tengan un poco mas que ver con nociones de Ética y Moral que con verdadero y falso, no obstante, pensemos que todo debe resistir el análisis de verdad, incluso la cultura. Al hombre de occidente no se le ocurriría comer hormigas o cucarachas, como tampoco morirse de hambre para no matar una vaca por considerarla sagrada, sin embargo, esas diferencias existen, en tanto que otros preconceptos de lo verdadero permanecen intangibles a pesar de las distancias, los tiempos y las diferencias culturales.

Llegados a este punto, las mas devotas de mi red, podría indicarme que esa “base cognitiva fundamental” que ha permanecido inalterable, no hace mas que fortalecer la idea de “Adán y Eva”, primeros portadores de esos preconceptos, por lo cual debería dejar de ser ateo y convertirme, sin embargo, hay que aclarar que hasta ahora hemos hablado de humanos insertos dentro de una cultura e influenciados por ese medio, con el mismo criterio, podría yo indicar que todo ser vivo en el planeta, posee una conducta universal dada por su propia condición y naturaleza: "El instinto de supervivencia", lo que nos llevaría a tomar como valida la teoría darwiniana, ampliamente divulgada por el querido Carl Sagan, de que en definitiva, todos provenimos del mismo átomo de carbono, por así decirlo. Dejemos por ahora lo relativo a la teología, ya que este boletín se haría demasiado extenso, ya habrá oportunidad en el futuro para tocar el tema (si es que alguien lo desea).

Hagamos un pequeño paréntesis para rozar muy por encima los conceptos de BUENO y MALO, no los voy a tocar en profundidad ya que seria tal vez mas extenso aun que hablar sobre la verdad, expondré solamente algunos puntos en los que coinciden la mayoría de los filósofos actuales. Para definir lo que es bueno, se tiene en cuenta si se esta hablando de algo que es intrínsecamente bueno, o sea que es bueno por el solo hecho de existir (por ejemplo el amor, la felicidad, etc.) o algo que es bueno debido al resultado de nuestras acciones, esto es muy complejo de definir en pocas líneas, lo que es bueno para uno puede no serlo para otro, si miramos un poco la historia vemos como se justificaron infinidad de guerras apelando a “lo bueno” contra “lo malo” (¿les suena Vietnam?) como así también vemos que para Hitler el Holocausto era algo bueno, pero coincidirán conmigo en que no es así para el resto del mundo no?.

Además de ello, tenemos que tener en cuenta que nadie por ahora puede ver el futuro, por lo cual no podemos saber si a corto o largo plazo nuestras decisiones tendrán resultados buenos o no y como las probabilidades son infinitas también lo seria el tiempo para analizarlas, del cual no disponemos al momento de decidir. No se puede por ello llegar a un resultado a partir de un estudio de las cosas que existen. En la época actual, es necesario confrontar esta conclusión principalmente a la ética evolucionista. La expresión “supervivencia de los más aptos” parece haber llevado a la creencia de que quienes sobreviven son los más aptos en sentido ético, y que el curso de la evolución prueba que el tipo posterior es mejor que el más antiguo. Sobre esta base, se crea fácilmente un culto a la fuerza; y la mitigacion de la lucha por obra de la civilización empieza a ser despreciada. Se piensa que quien lucha con más éxito es más admirable, y que quien no participa en la lucha carece de valor. Semejante opinión carece totalmente de fundamento lógico. El curso de la naturaleza, es irrelevante para decidir lo que es bueno o malo. A priori seria tan probable que la evolución fuera de lo malo a lo peor como que fuera de lo bueno a lo mejor. Lo que hace plausible esa opinión es que los animales inferiores existieron antes que los superiores; y que, entre los hombres, las razas civilizadas son capaces de derrotar, y frecuentemente de exterminar, a las no civilizadas. Pero acá la preferencia ética de los animales superiores a los inferiores, o de los exterminadores frente a los exterminados, no se basa en la evolución, sino que existe independientemente y se introduce inconscientemente en nuestro juicio acerca del proceso evolutivo. Si la ética evolucionista fuera valida, deberíamos ser enteramente indiferentes a cual pueda ser el curso de la evolución, pues estaría demostrado que es el mejor. Pero si resultara que el negro o el chino es capaz de expulsar al blanco, dejaríamos de sentir admiración alguna por la evolución. En general, el hecho de que algo sea inevitable no prueba que no sea un mal y viceversa.

Por todo lo dicho, y abreviando enormemente los caminos del análisis, podríamos definir en palabras de Russell un acto bueno como “el acto que un hombre mantendrá que debe realizar por considerarlo objetivamente justo tras un grado apropiado de reflexión sincera, dependiendo dicho grado de la dificultad e importancia de la decisión, tomando en cuenta todos los datos disponibles, lo cual proporcionara la mayor expectativa de efectos buenos probables”, por supuesto coincido “casi” plenamente con él (el “casi” no viene al caso) y me alejo de la teoría del filosofo alemán Immanuel Kant, (supongo que en parte por mi carácter de ateo) quien indica que no hay nada bueno salvo la voluntad virtuosa, tesis que simplifica el bien, tanto como cualquier filosofo podría desear y que confunde medios y fines tan completamente como podría recomendar cualquier moralista, como lo podemos observar en su “Fundamentacion de la Metafísica de las Costumbres”, en el Capitulo 2, “...La voluntad es absolutamente buena cuando no puede ser mala y, por consiguiente, cuando su máxima no puede contradecirse nunca al ser transformada en ley universal”.

Habiendo visto someramente lo que se puede considerar como bueno y malo, volvamos al punto central de este boletín. Muchos creyeron que la verdad debía estar exclusivamente ligada a la bondad, hallándose tan arraigada esta creencia en ciertas etapas de la historia que se llego a justificar en nombre de lo bueno desde las cruzadas hasta la propia inquisición, ya que, lo que se creía bueno, se creía verdadero y lo que se inculcaba como verdadero, forzosamente tenia que resultar bueno. En el análisis previo sobre lo bueno, hemos visto que esto no necesariamente tiene que ser así, un tornado puede ser verdadero y hasta alguien puede llegar a considerarlo bueno, pero debemos aceptar, al menos por convención, que la gran mayoría de la gente lo considerara como algo malo.

Esta observación sobre que una cosa no necesariamente implica la otra, que parece tan natural en nuestros días, no siempre fue tomada en consideración. En tiempos del astrónomo italiano Galileo Galilei, pensar que el hombre era la viva imagen de Dios en el planeta y su cuna, la Tierra, era el centro del universo, era “bueno” para la ciencia de la época, por ende, su defensa y divulgación de la teoría heliocéntrica de Copernico, sobre el movimiento terrestre alrededor del sol, implicaba que la Tierra ya no era lo mas importante, por lo tanto la teoría era “malvada” y por consiguiente necesariamente “falsa”. Claro, nadie se molesto en comprobar las afirmaciones de Galileo, simplemente le dieron a elegir entre retractarse o sino seria su cabeza lo que giraría alrededor del sol (... bueno.. no tanto... solo lo amenazaron con tortura), ya que era mucho mas confiable creer que el universo había sido creado únicamente para nuestro beneficio y que el hombre era "un fin" y no solamente una "casualidad". Tengamos presente que esto ocurrió en 1633, fecha no tan lejana a nuestros días.

Como vemos entonces, a lo largo de la historia, nuestros conceptos sobre lo verdadero han ido cambiando, en ocasiones hasta drásticamente, al igual que nuestra idea sobre lo bueno y lo malo. En todas las ocasiones, ese cambio es casi imperceptible para el ser humano inserto en sociedad, ya que se va perpetrando de generación en generación, mediante los “preconceptos” de los que hablábamos al principio. Nos queda preguntarnos pues si lo que hoy creemos que es verdad, lo seguirá siendo mañana, o en mil años y tenemos, por consiguiente, que llegar a la conclusión de que no podemos dar nada por sentado, incluso, nuestra “verdad absoluta” de que la tierra es redonda, podría llegar a convertirse algún día en falsa, la historia ya nos ha demostrado que nunca lo sabemos todo.

Dije también al principio del boletín que quedaban únicamente, como verdades absolutas, los conceptos mas intimanete ligados a nuestras creencias mas arraigadas, hablo por supuesto de verdades que por su manifestación sensorial o necesidad espiritual son tomadas como absolutas sin mayor análisis. Si alguien te dijera que si entras al mar te vas a mojar, lo creerías sin analizarlo siquiera, ya que, aunque nunca hayas entrado al mar, por simple asociación, tu cerebro lo asume como cierto sin siquiera pensar en ello, es una manifestación sensorial. En cambio puede tratarse de una necesidad espiritual como lo es por ejemplo la religión.

Para la gente cree en Dios, aunque nunca lo ha visto ni posee pruebas tangibles de su existencia, es una necesidad espiritual, pero no vamos a tocar la teología en este boletín, ya que primero, no es el objetivo del mismo y segundo, aunque no soy creyente, si soy respetuoso de las elecciones de cada uno, solo cabe mencionar, ya que hace a la cuestión de fondo del boletín, que es probable que, de haber nacido en Israel fueras judía y no católica, o budista en el caso del Tibet. Lo que se pone de manifiesto es la “necesidad de creer”, mas allá del análisis de la religión verdadera, hablando con conocimiento de causa, ya que fui católico hasta los 17 años, cursando el colegio secundario en el Instituto de Enseñanza Católica “San Pío X”, con asistencia obligatoria a misa, catequesis y todo el tema. No vienen al caso mis motivos para descreer, ni tengo nada que reprochar a la Iglesia, debo admitir que me dio, aparte de una buena educación, amplio conocimiento no solo de la religión católica, sino de otras mas, habiendo podido llegar a la conclusión de que todas, en general, tienen un fundamento básico que rige su doctrina, la búsqueda del “bien común”, aplicando para ello, normas de moral y conducta. Ahora bien, tenemos entonces a las religiones, son milenarias, buscan lo bueno y no pueden ser demostradas por hechos... ¿no suena a lo de antes? “Si es bueno es verdadero”. Dejemos ya la religión, porque creo que es momento de ir redondeando las ideas y terminando el boletín.

Dije antes que el ser humano determina lo verdadero y falso mediante sus convicciones, pero estas siempre se ven influenciadas por lo que nos rodea desde el momento mismo de la concepción, llámense estímulos sensoriales, crianza, cultura, política, religión o situación económica, o mejor dicho por la suma de todas ellas. La pregunta es entonces ¿que pasaría con un ser privado de todos esos estímulos?. Hablamos de TODOS los estímulos, incluidos los sensoriales, si una persona fuera concebida sin sus sentidos (vista, tacto, olfato, gusto, oído) ¿sabría que esta viva?... veamos, nunca los poseyó así que no posee conciencia de su propia vida, lo único que tendría es lo que antes mencionamos con Instinto de Supervivencia, lo cual es innato en el hombre, pero, al carecer del sentido del tacto, podría clavarle una aguja sin que lo sintiera siquiera, ¿puede darse cuenta entonces de su existencia?, podemos plantearnos el caso de que vos te encuentres flotando en el espacio en la mas absoluta oscuridad, sin NINGUN punto de referencia, imaginalo... ¿podrías saber si estas moviéndote o permaneces estática en el lugar?. Supongamos entonces que si carecemos por completo de los estímulos sensoriales, ni siquiera podríamos percatarnos de nuestra propia existencia, por consiguiente, nuestros sentidos y los estímulos externos son no ya necesarios, sino además fundamentales para el aprendizaje. Jamás podríamos saber lo que es un perro si no lo vimos, o escuchamos de el, o lo tocamos... ¿acaso podemos negar ahora, ante estos hechos, que nuestra concepción de lo verdadero se ve siempre afectada por nuestro entorno?.

Mi creencia (vuelvo a recalcar que solo se trata de eso), da por tierra entonces con la teoría pragmatista de la verdad. El pragmatismo, postulado por Protagoras y tan vehementemente defendido por William James (“Pragmatismo, un nombre nuevo para algunos viejos modos de pensar”) y por Friedrich Nietzsche (“Así hablo Zarathustra”), inicia, para descubrir la diferencia entre la verdad y la falsedad, una socrática investigación inductiva sobre las cosas que pueden ser llamadas “verdaderas” y “falsas”. “¿Es verdadera o falsa una creencia?”, “¿Cómo la resolvemos en realidad?”. La respuesta del pragmatismo es que si la creencia favorece el objetivo que nos ha llevado a preguntarnos por su verdad la creencia se considera “verdadera”; y si no favorece ese objetivo, se considera “falsa”. Tal es pues, según el pragmatismo, el significado de las palabras “verdadero” y falso”.

Debo hacer mención entonces, que los “datos” que nos son proporcionados desde el exterior, pueden dividirse en hechos, creencias y conocimiento, de ellos, aplicando nuestro criterio y análisis podemos llegar a la verdad. No debemos confundir pues un hecho, algo probado y quizás lo mas cercano a la “verdad” (por ejemplo que la lluvia moja) con una creencia, que se encuentra mas cercano a nuestra percepción, mas preintelectual (por ejemplo vemos nubarrones y “creemos” que lloverá) o con el conocimiento, algo aun mas difícil de definir, ya que esta lleno de ambigüedades y de teorías dispares según se trate de Descartes, Hegel o Dewey, pero para centrarnos estrictamente en la lingüística, podríamos indicar las palabras de Noam Chomsky (“Language and Mind”) : “Saber, experimentación o sentimiento adquiridos por propia experiencia o por nociones aprendidas sobre una materia o disciplina”.

Para finalizar, un pequeño ejercicio practico. Generalmente la gente asocia la literatura de ciencia-ficción, como algo carente de “verdad”, dicho genero, de calidad tan variada que va desde autores tan geniales como el lamentablemente desaparecido Isaac Asimov (“Yo Robot”, “El Hombre Bicentenario”, “El fin de la Eternidad” y muchos mas) hasta las mas patéticas películas clase Z de algún canal de cable en madrugada (si alguien vio alguna vez “Hoja Rodante”, por favor que me lo diga... creo que nunca me voy a olvidar el titulo de “eso”... lo mas inverosímil, es que hasta hicieron una secuela!!!), como decía, dicho genero nutrió bastamente la pantalla (y nuestra imaginación) de distintos tipos de “realidades”. No viene al caso analizar si las mismas son posibles o no en el presente o en un futuro, mejor centrémonos en la trilogía más popular de los últimos años: Matrix.

Sin pensar si es posible que nos hallemos insertos o no dentro de la Matrix que da nombre a la película, pensa en lo que dije antes sobre la ausencia de estímulos sensoriales, y en este caso, la suplantación de los mismos por otros prefabricados. ¿Podemos asegurar por completo que la “realidad” de Matrix 1 es falsa? ¿Si fuera verdadera, podríamos notar la diferencia?... pensalo y después me contestas, por ahora solo puedo decir que la mayor prueba de la falsedad de esa realidad es la propia existencia de la película, el resto de lo que asumo como “verdadero”, son simples convicciones de lo que es “real”, de lo cual, como dije antes, nunca podré estar seguro.

El concluir entonces, que no hay una verdad que se pueda considerar absoluta, me ha llevado a creer que no podemos tildar nada como “imposible”, ni siquiera las más descabelladas hipótesis, ¿Por qué?, simplemente porque siempre existirá, al menos una probabilidad, aunque sea una en mil millones, de que dicha hipótesis sea posible. Esa ínfima fracción es suficiente para impedirnos hablar de algo como “imposible” y tener que decir que es “probablemente imposible”, ya que podemos creer algo como imposible, pero difícilmente asegurarlo o llamarlo “verdaderamente imposible”. Por supuesto, esta lógica queda reservada al campo filosófico, no podemos ir por la vida hablando de cosas “probablemente imposibles” o “potencialmente verdaderas”, esta en el criterio de cada uno, determinar que nivel de probabilidad es aceptable para tomar algo como verdadero o imposible.

Ahora si, este es el final, espero que este boletín te haya gustado y lograras conocer un poco más de mí, o al menos, que no te resultara muy pesado. Me encantaría que lo difundieras, comentaras y opinaras al respecto... yo me voy a dormir porque hace dos horas que estoy en el teclado... un abrazo a todas... MARCE.-



AGREGADO POSTERIOR A LA PUBLICACION: Al día siguiente de haber publicado este boletín, donde mencione que ninguna “realidad” debía tildarse de imposible, haciendo referencia a la literatura de Ciencia-ficción y al autor Isaac Asimov, leí en el Diario “Clarín” un articulo de divulgación, donde informan que científicos estadounidenses crearon un micro robot para su aplicación en medicina, el cual puede ser “introducido” en el cuerpo de un paciente y es comandado a control remoto por los médicos. Como habrán notado, al igual que lo hizo el periodista, este hecho convirtió en realidad el argumento de ficción que Asimov imaginara en su libro “Viaje Alucinante”, o al menos parte de el. Tal vez sea esta una brutal prueba, de que una “realidad” que en su momento fue ficción por considerarse “imposible” (el libro fue publicado en 1966), puede llegar en un futuro, (que puede ser cercano o lejano, pero siempre incierto) a convertirse en una rigurosa “verdad”.-

 

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