Balance de Medio Siglo

Escrito por
@MILJAN51

25/04/2005#N5619

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Balance de Medio Siglo

Cuando deba escribir sobre la vida y contarlo todo enlas líneas de esta columna, te diré amiga lectora, amigo lector, que a mis 50 años no me quejo por el dolor sufrido y en cambio sí me regocijo por las cosas buenas que me han sido dadas.
Como vos, como todos, llevo en mi alma nostalgias y recuerdos. Recién he amado al iniciar el camino del ocaso y también he recibido amor, pero este se ha marchado por la senda más dolorosa. No reniego de las palabras dichas, de los besos que quedaron a la vera de los mil caminos que he recorrido, ni de los sueños que alguna vez acuné en mis noches solitarias.
Cuando escriba te diré que conozco de esperanzas y fracasos; que he sido indistintamente feliz y desdichado. Te diré también que he escalado las más altas cimas, pero también he descendido a los abismos más profundos; que he probado los más exquisitos manjares y que también en más de una ocasión he debido morder un mendrugo de pan duro para saciar el hambre; que he conocido que la vida es un Don de Dios y por ello aprendí a aceptar tanto la calma como el viento tormentoso, así como acepté la risa y también el llanto cuando este mojó mis mejillas.
Te diré, además, que la vida es una constante lucha y que creo haberla enfrentado con dignidad y valentía, aunque también en muchas ocasiones la enfrenté con cobardía...
Dejé jirones de mi alma en el Norte y en el Sur, en el Este y en el Oeste. Dejé ilusiones ahogadas y otras que no fueron sino capullos que nunca florecieron, pero también reconforté mi corazón otras tantas veces, así que debo decir que no estoy en deuda con la vida ni soy su acreedor.
Tengo, pues, un debe y un haber similares: el balance es equitativo. Y hoy, aunque no he llegado a mi Puerto Blanco, cuando al final de la jornada sé que no me esperan el calor de mi hogar ni el amor que tantas veces soñé, mi plegaria se eleva silenciosa hacia Jesús, el Pescador de Galilea, para agradecerle y decirle que si en ocasiones he fallado, si no expresé la palabra justa en el momento apropiado o si inconscientemente volví la espalda a uno de los tantos Cristos que a diario cruzan nuestras vidas, no ha sido por mala fe.
Tal vez no supe enmendar el fallo al no verlo; acaso callé por no decir algo de lo cual después me arrepintiera y dejé pasar a ese Cristo humano en un momento de apuro, pero nunca con la intención de ignorar su dolor...
Mientras tanto, como simple Obrero de la Palabra, continuaré hablándote del amor, de la solidaridad, de la alegría y de la esperanza, pero también de la muerte, del dolor, de la tristeza y la desesperanza, aunque hoy haya querido hablarte de mí, de este balance de medio siglo en que me ha sido dado vivir para transmitirte simples historias de vida.
Así, cuando llegue el momento de escribir el Libro de Cierre de mi vida, espero, como hoy, poder decir que el balance final es también equitativo, para poder dormir en paz.
Así sea...

 

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