Ella era...

Ella era el temor de los marinos,
la sirena cantante más bella
y el botón último de mi camisa nueva.

Se fue con el coro de luces de la aurora,
como el otoño y la primavera,
pero ya no volvió.

Se fue junto con mis ganas de dormir en sus brazos

y tenerla respirando al compás de mi pecho,
se fue para ya no volver.

Y la recuerdo de vez en cuando,
no siempre,
porque me aterra la idea de amarla otra vez.

Ella era la última página del libro que quiero leer,
ella era un capítulo y luego otro,
le escribía cartas a Neruda
con la esperanza de tener respuesta
y después se quedaba callada

y agotaba sus silencios y los míos.

Le gustaba escribir canciones que nunca cantaba,

porque al final siempre olvidaba la tonada.

Y se fue sin previo aviso

y dejo a un conejo sin luna
y las olas ya no vieron el mar,
las estrellas emprendieron un viaje de regreso a casa
y las personas dejaron de soñar.

Federico Garza Liturca 

 

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