MIRO TUS OJOS

Escrito por
@KOPSI

04/03/2006#N8359

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Miro tus ojos y te digo...¡hagamos un trato! Prometo ser breve, pero promete a tu vez que intentarás escucharme. Pido que aunque sea, simules prestar atención. Sin interrupciones. Sin gestos de fastidio.

Sabes que te quiero mucho. Podría decir que eres parte de mí. Demasiados años contigo he pasado y ahora, aunque lo desee algunas veces, no puedo imaginar siquiera un día en que el inevitable alejamiento ocurrirá. No por causas personales sino naturales.

La ley de la vida, que suele doblegarse ante la de la muerte, cediéndole paso.

Observo que mientras estás ahí, acostado, aparentas indiferencia ante lo que ocurre a tu alrededor. Sin embargo estás atento a todo aquello que pueda alterar tu rutina.

Ahora me estás mirando fijamente y creo leer adoración en esos negros y expresivos ojos. No es eso lo que quiero. Soy una simple mortal de carne y hueso, no un ídolo.

Tampoco necesito permanentes demostraciones de afecto. El amor se refleja en esos pequeños gestos en los que no reparamos con frecuencia, pero que al que se le prodigan conmueven, convocan y predisponen.

El paso del tiempo causó estragos en ambos. Abandonamos sin darnos cuenta el vigor de los años efervescentes. En sucesivas etapas volvimos a encontrar el equilibrio entre lo que queríamos y lo que podíamos hacer. Pero esto es en cuanto a limitaciones físicas. Padecimos alguna que otra enfermedad, y de ellas quedaron secuelas. Pero lo rescatable es que la esencia no se alteró. Yo sigo siendo aquella rebelde que no cesa de buscar mejores momentos, aún cuando tropiece y ande a los tumbos por la vida. Tú sigues siendo aquél que hace gala de su espíritu infantil, aún cuando lo lúdico sea inoportuno.

Sospecho que no somos demasiado equilibrados, y no lo tomes como un reproche sino como una observación. Montas en cólera con facilidad, y expresas ese mal humor en voz alta. Nadie que te conozca ignora este hecho. El espectáculo que das con tus rabietas es observado por quienes están con nosotros. Algunos hasta llegan a preguntarme cómo es que soporté tanto. Preguntan inclusive cómo no pude hacerte abandonar ese egoísmo con el que exiges que tus deseos sean complacidos de inmediato. Nunca puedes esperar un momento más propicio. Son aquellos que no entienden que esa cáscara que exhibes es sólo apariencia. Porque eres un ser totalmente adorable, con buenos sentimientos, y que me ama mucho. Y yo necesito de tu amor como tú del mío. Ambos se retroalimentan.

Resumiendo, es llegar a la conclusión de que ambos, a fin de cuentas, nos merecemos.
Tú con tu aparente desinterés por lo que ocurre a tu alrededor. Por tu reticencia a hacer lo que espero de ti. Provocativamente y a sabiendas, haces lo que sabes positivamente que me irrita y enfurece, lo que te está prohibido, aunque con ello obtengas consecuencias indeseadas. Y yo con mis actitudes tantas veces atropelladas, como si quisiera que cada hora rindiese por dos. O tomando aquellas decisiones que escapan al análisis lógico más calmado.

Ambos somos así, parecidos y diferentes a la vez. Eso es lo más extraño. Quizás por ello muchos no entienden este fuerte lazo que nos une. Otros pocos sí lo hacen y por esa comprensión se conmueven.

Suelo muchas veces preguntarme el motivo de estos monólogos. Porque nunca me contestas. Te quedas en la misma posición mientras yo desgrano frases, y en algún momento exhibes atisbos de cansancio. Como si el sonido de mi voz llegase a molestarte. Es cuando comprendo que tanta palabrería debe llegar a su fin. Y me llamo a silencio, más no sin antes pedirte que te acerques. Como para poner el broche final a esos momentos.

Te desperezas, estirándote. Quieres alejar tanta inmovilidad a la que te condené, sin proponérmelo. Abandonas tu cómoda posición y vienes con paso cansino, que es tan opuesto al brillo que tienen tus ojos, porque anticipaste el final de la conversación. No sin cierta excitación acercas tu cara a la mía, señalando el comienzo de una sesión de caricias.

Bajas la cabeza para que acaricie tu nuca... y con un alegre ladrido pones el punto final a tanta reflexión.

 

Comentarios

@QUIQUERAF

06/03/2006

que envidia me da esa mascotaaaaaaaa tantas hermosas palabras....tantas lindas reflecciones.....tantas caricias.....QUEW ENVIDIAAAAAAAAAAAAAA  
@RENEDIVA

06/03/2006

Sólo los que tienen una mascota entienden la compañía, los mimos, las caricias y los diálogos silencioso que mantienen con sus dueños. Su sóla presencia acompaña y da caricias en el alma. Es el segundo texto que leo tuyo sobre tu mascota y no sabes cómo me enternece. Besos, Susana  
@QUIQUERAF

06/03/2006

ah! Yo no comprendo.........¿tan desalmado soy????????????  

ARG

ARG

HOMBRE de 54 en La Boca

soy un participante activo , probando el sitio .

¿CONOCERLO?

NO

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