Misteriosa radiación

Escrito por
@TUPINAMBIS

21/01/2005#N5045

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Le vendría bien dormir un poco más. La pesadez de su cabeza lo derrumbaba en la almohada y el entresueño insistía en prolongarse. Apenas lograba abrir los ojos por instantes y le costó entender los signos lumínicos en el reloj del equipo musical; por suerte no era tarde.
Negándose al descanso encendió la radio, donde se propalaba la noticia. Una extraña radiación de origen desconocido envolvía el planeta. Sus efectos eran devastadores dependiendo de la constitución personal o del tiempo de exposición, pasando desde distintos grados de sufrimiento hasta la muerte lisa y llana.
Más de dos tercios de la humanidad estaba seriamente afectada y la cifra de decesos era escalofriante.
¿Cómo se llegó a esto? -interrogó al callado mediodía, mientras renegaba en pos de algo que lo ayudara a despertar.
¿Nadie se dio cuenta de que podía suceder? ¡Qué embotamiento! -Creo que no tomo más esas cosas-, pensó, mientras se instalaba ante un debate en la pantalla del televisor.
-El problema excede por lejos nuestra área-, decía un sujeto calvo con vos queda. El presentador replanteaba el tema indicando que nada podía hacerse, que no existía conducta nueva mejor ante el fenómeno, y remataba enfatizando que no había que permitirse el pánico, ante los disimulados bostezos de algunos entrevistados.
-Si tomaron la misma porquería que yo los entiendo-, y sonrió al dirigirse a la ducha, ...la cifra de muertos asciende a enecientos ... ones de afectados...
Debía hacer algunas llamadas importantes, -la vida sigue y no está en el televisor ni en los hospitales-; desde hacía tiempo había aprendido que la vida estaba solamente donde estaba él.
¡Y qué le vamos a hacer, maldita buena suerte! Estaba recibiendo buenas noticias.
Alguien de uniforme, -no era militar- relacionaba la radiación con míticos eventos, otro sujeto insistía en que arrojar papelitos o no cruzar por la senda peatonal constituían factores de riesgo...
Tanta gente incapacitada hasta de solicitar ayuda adecuadamente, y otros tantos que no veían las consecuencias sino cuando éstas los aplastaban...
Ya en la calle, mientras se dirigía rumbo a sus ocupaciones, le pareció que nada había cambiado. -La mayoría sólo reacciona a lo inmediato -se dijo. Es curioso, muchísimos seres inmersos en catástrofe y sin embargo mi vida sigue bien y mejorando.
.Por supuesto que nadie está a salvo de la radiación, -se escuchaba decir al locutor en la radio- pero los que aún no están afectados...
...Millones de niños que no sobrevivirán un lustro, millones de ancianos en penosa agonía, accidentes de todo tipo...
Debía ser que los circuitos en los que se movía no estaban tan expuestos, o que su constitución lo favorecía. Sea como fuere no pudo evitar su contento. Había ganado un buen porcentaje, ¡Qué buena decisión cuando compró!

El cartonero dejó de empujar el cargado, pesado carrito. No serviría darse prisa pues aunque sólo hiciera un descanso, cuando regresara de descargar era probable que otro se hubiese apropiado de la chatarra, que ya no podía acomodar en su colmado vehículo. Convenía quedarse a cuidarla. Otros carritos pasaron frente a él al poco tiempo. -Ese está tan lleno como el mío, pero aquel otro viene medio vacío... Hice bien en quedarme...
-¡No, yo voy después, estoy esperando a mi primo, así vamo' junto con la chatarra!-
-El último tren había pasado hace bastante. Difícilmente quedarían carritos a esa hora, por lo que decidió arriesgarse a continuar su demorado, ambicioso retorno.

- Ahí se va, vieja. Estaría haciendo huevo nomás, o chupando y no le viste el cartón; no sabés lo vagos que son?
-También sé que son chorros, -respondió la mujer. -Para mí estaba acechando algo-

El cartonero regresó lo más rápido que pudo. No encontró a su primo para pedirle ayuda, de modo que debía arreglárselas solo. Tuvo la mala suerte de cortarse la mano al forcejear con la chatarra y tal vez por eso, o por estar más cansado que de costumbre, no lograba subirla al carrito.
Pero no iba a desanimarse. Quizá sólo precisaba descansar. Todavía podría llegar a la nueva Arca. Era claro que lo había afectado la radiación, pero si sobrevivió a la desnutrición, si lo atendieron a tiempo cuando se intoxicó, si salió prácticamente ileso en el accidente del camión, confiaba en que no sería tan mala su chance. Cuando el diluvio de radiación pase -como dijo el pastor en la villa-, viviríamos todos mejor. Pero había que esforzarse por salir de la pobreza, por no morir ahogado en la miseria, porque la radiación afectaba más a los pobres. -Ahora descanso un toque largo y después sí lograré subirla.-

-Hace rato que está merodeando,-decía la señora,- esto es tierra de nadie; ¿Por qué si pagamos impuestos no tenemos seguridad? -Está bien señora, está bien; ahora sale la patrulla, quédese tranquila-

-¡Mirame bien y decime si me ves cara de pelotudo!-
-No, oficial, le digo la verdá, estaba descansando antes de llevarme la chatarra-
Debajo de la gorra policial, en lo negro del azul del uniforme, asomó un nuevo hilo incriminador.
-¿Y esa sangre? -
-Me corté recién- La radiación se estaba intensificando.
- Miente- Adentro.
...Los circuitos expuestos son más proclives a sufrir picos de radiación... El aumento del cólera y malaria además del sida... los daños colaterales del conflicto...

La luz de la luna flotaba en el pequeño riacho que bordea la ciudad, descomponiéndose y alargándose en los manchones de prohibidos efluentes, que las mermadas fábricas vecinas acostumbran descargarle.
Salió del desvanecimiento entre el olor y sabor nauseabundos, entre el dolor y la protesta de su estómago que arqueaba su cuerpo, sostenido de la nuca por férreas manos.
¡No te quiero ver nunca más, me entendiste? Cruzá!
¡Le digo que no sé nadar, señor!
¡Ahora vas a aprender, a lo animal. ¡Nadá, nadá animal de mierda! ¡que te quemo!
Oyó el intimidante alistarse de las armas, que sintió apuntadas entre la hinchazón de sus ojos, y atravesando una invisible barrera que enlentecía sus movimientos, lleno de terror, racimo de dolor y debilidad por la paliza, capturó una esperanza en esas palabras que negaban su condición humana. Indiferente y silenciosa, la misteriosa lluvia de radiación en medio de la noche, parecía permitirle otra oportunidad en su camino hacia la nueva arca.
-¡En cualquier momento aprendo -lloraba-, en cualquier momento me sale nadar, -tragaba- en cualquier momento!-. Le pareció que nadaba por debajo, sí, ¡Estoy nadando por debajo! -Y puede que sea más seguro, ya que debajo del agua no llega tanto la radiación-.....

- No asomó...-
- Nos vamos che, prendete la radio-.
...Los circuitos expuestos son más proclives a sufrir picos de radiación...
El sonido del generalizado sarcasmo, rebotando en las paredes de fábricas por años vacías, atravesó la mortaja acuática hacia la basura apresadora.

 

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